sábado, 25 de febrero de 2012

In memoriam

EL PADRE SÁNCHEZ ABELENDA
Y SU MISAL ROMANO
  
  
Seguramente no sabría ni el día ni la hora de su muerte, pero sí conocía qué equipaje acompañaría sus restos en el momento del tránsito supremo: “¿Sabés con qué me van a enterrar a mí? Con esto”. Y aferraba su Missale Romanum, el Misal de altar con los textos y rúbricas de la vieja Misa tridentina, en buen latín y con sus páginas fatigadas por el uso constante.
  
Toda la vida del Padre Sánchez fue prácticamente eso: aferrarse al Misal de su ordenación con una sublime, deliciosa, terca obstinación de fiel infante de Nuestra Señora. Como la tortuga de la fábula campera de uno de sus amigos y maestros predilectos, el Presbítero y Doctor Raúl Sánchez Abelenda dejó sus huellas firmemente impresas luego de su partida, como última y silente predicación, para marcar el camino hacia Dios.

Por llevar siempre entre sus manos ese Canon invariable, lo echaron de mala manera de su iglesia de la Inmaculada Concepción de la calle Independencia, a metros de la Avenida 9 de Julio, y debió refugiarse en su inhóspita trinchera de un departamento atosigado de libros y cabos de velas en la calle Peña al 2200. Allí celebraba el Santo Sacrificio e impartía los sacramentos a fieles de todas las edades que acudían a él buscando el consuelo de su palabra y sus manos consagradas. Cualquier hora era buena para tocarle el timbre y recibir su absolución y consejos sabios. El sacerdote gruñón y de carácter muchas veces intratable se transformaba en corderito manso y humilde de corazón cuando escuchaba a los penitentes, y todo su hogar era confesionario de campaña, hospital de almas, fábrica de gracia para católicos que buscaran cielo, según el decir feliz de otro querido amigo fallecido, don Ángel L. Salvat.
  
Había aprendido palabra por palabra el ordo missæ, a fuerza de repetirlo diariamente, envuelto en sus ornamentos gastados por una vida de uso. Pero no aprendió jamás a moderar sus respuestas cuando cualquier hereje o deslenguado del pelaje que fuera, con o sin mitra, con o sin sotana, con o sin cargo público, ofendía a la Santa Madre Iglesia. En esos casos mutaba sus pequeños cigarrillos negros por imaginarias espadas blancas y largas con las cuales arremetía, como Matamoros del siglo XX, descabezando las hidras contemporáneas que todo lo envilecen y degradan. Recordamos sobre todo cómo frenaba al mismísimo Cardenal Primado a fuerza de gritos en los actos donde Antonio Quarracino —de él hablamos, en este caso— desgranaba su generoso parloteo inconsistente y pletórico de Gas Atontador de Feligreses Mistongos.
  
Debatiéndose taciturnamente al ajedrez —como escribiría Borges— con otro sacerdote inconmoviblemente fiel los domingos al atardecer, o recitando el Oficio Divino entre mate y mate de su desayuno, mientras apuntaba ideas para el sermón de la próxima semana, el Padre intercalaba largas citas en latín y griego con la soltura con la que cualquier persona repite el nombre de la calle en donde vive. Y no se privaba de insultar en español clásico al político de turno que mereciera una flor nueva de epítetos viejos por sus malandanzas democráticas. Pero en sus artículos no condescendía nunca con la palabra soez, y eran breves veneros de enseñanza, firmados habitualmente con el seudónimo de Recaredo Garay o A.T.D.L.D. Preguntado alguna vez sobre el sentido de esta sigla, respondió casi con sorpresa: “¿Y qué va a ser? Adoro Te Devote Latens Deitas, m'hijo”.
  
Hace hoy dieciséis años que fue llamado a rendir examen ante el Supremo Tribunal. Descontamos que habrá aprobado con honores y felicitación rubricada el ingreso al Paraíso. Su alma verá ya la Belleza Increada, al Dios al que sirvió a tiempo y a destiempo mientras estaba revestido de su carne mortal. Sus despojos, que esperan la resurrección de la carne en un pequeño cementerio de La Reja, fueron enterrados abrazando el Missale Romanum, tal como anhelaba.
  
Pidamos a Dios Todopoderoso por su alma. Y animémonos, también, a pedirle al Padre Sánchez Abelenda que interceda por nosotros y por su Patria terrena, a la que amaba ilimitadamente. Si en este mundo pedía tanto por sus amigos y por su tierra, ahora, que habrá ya recibido el céntuplo prometido a los que todo lo dejaran por el Señor, ¿cuánto más podrá conseguirnos?
  
Álvaro Manuel Varela

7 comentarios:

Juan Manuel dijo...

Dichosos los que pudieron conocerlo y aprender de él. Los que lo tenian cerca y no lo frecuentaron no saben lo que se perdieron. Yo, que soy del norte, solo lo pude escuchar en una conferencia que dio en el año 92, y solo pude hablar con él apenas 5 minutos en otra oportunidad; sin embargo todavia me dura la impresion de haber estado con un tremendo sacerdote de Cristo, de una portentosa inteligencia, y una apabullante sabiduria.
Edgardo

Anónimo dijo...

Su tumba se encuentra en el Seminario de La Reja.

Flavio dijo...

¡Mándennos un cura así para nuestra parroquia!

Anónimo dijo...

Flavio:

No es necesario mandarle un Cura para su parroquia.

¿No intentó ir a la Misa Tradicional?

Flavio dijo...

Estimado cofrade:

Por ventura, ¿conoce usted la Tebaida? Cuando la misa tridentina más cercana se celebra a cincuenta kilómetros de distancia y sólo una vez al mes, y se debe asistir a grupas de un desvencijado mancarrón, no queda más que clamar para que, como a aquellos benditos anacoretas, el pan nos lo traiga un cuervo.

Más expedito fuera viajar a Trento. La petición por un milagro («¡mándennos un cura...!») se hace más apremiante cuando se descubre que todos los pueblitos colindantes están atendidos por curitas «novus novus ordo» que no morirán precisamente con el breviario en las manos.

Ale dijo...

¿ Dónde hay actualmente Misa Tradicional en Ciudad de Buenos Aires? (Además de en la Fraternidad San Pio X)
Porque por lo que he encontrado, han sido eliminadas las pocas que había.
Si alguien pudiera informarme, le estaría muy agradecida.

CabildoAbierto dijo...

Estimada amiga Ale:
Tenga a bien enviarnos su correo electrónico —el cual no será publicado— y le mandaremos datos para contactarse con dos sacerdotes que sabemos que la celebran en esta ciudad.
Muchas gracias por su interés.