miércoles, 2 de marzo de 2011

Desde la orilla hermana

OTRO OLVIDO:
UN TRIUNFO DE LAS ARMAS ARGENTINAS Y ORIENTALES
   
   
Entre las celebraciones de los sucesos del año XI, a las que ya hemos calificado como erróneas, por la separación imposible que se pretende hacer de los sucesos del año 1810 en Buenos Aires, ha pasado también en silencio la gesta librada un 20 de febrero de 1827.
   
Nos referimos a la Batalla de Ituzaingó, ejecutada contra el ocupante Imperio del Brasil, y logrado el triunfo patrio en fraternidad de armas argentinas y orientales.
   
Fue allí en ese resonante triunfo sobre fuerzas muy superiores y mejor equipadas, que los soldados criollos —entre cuyos jefes se contaron a Juan Antonio Lavalleja y a Manuel Oribe, bajo el mando supremo de Carlos María de Alvear— que se logró que la Banda Oriental no fuera la “Provincia Cisplatina” del Imperio, como era el sueño imperial secular, considerando el Rio de la Plata como el límite natural de los dominios del Emperador.
   
Pero siempre lamentablemente hay un pero; tal triunfo logrado con el sacrificio de muchas valientes vidas se frustró por los manejos del Ministro de Rivadavia, Manuel García, cediendo ante un enemigo que había sido derrotado ampliamente, mediante manejos, ocultos o no, de “mediadores” extranjeros y creando un estado que se llamó Uruguay, como “algodón entre dos cristales”, como se lo ha llamado por algunos.
   
De tal forma Argentina pierde la Provincia Oriental, la más estratégica, que le daba la navegabilidad de los ríos hacia el corazón del Imperio, y por tanto, constituye, a pesar de la sacrificada victoria por las armas, un triunfo del Imperio Británico por la mediación “amistosa” de Lord Ponsonby, en sus planes de hegemonía.
   
Brasil, al decir de Carlos María Ramírez, realizaba sus sueños al trozar aquel territorio que se alzaría con la Convención de 1828, con la verdadera segregación de la Provincia Oriental. Por su parte, Roberto Ares Pons, en “Uruguay: ¿Provincia o Nación?”, Edic. del Nuevo Mundo, pág. 29, nos expresa: “La traición del patriciado montevideano, la acción de la diplomacia porteña que atrae la invasión portuguesa y logra deshacer el frente de los caudillos victoriosos, sellan la derrota del federalismo rioplatense y posibilitan la desmembración de las Provincias Unidas”. Y agregamos nosotros, la continuación de la destrucción de la magnífica construcción geopolítica que fueron los Reinos de Indias. Y allí podíamos seguir: los grandes y gloriosos derrotados, con quienes la Patria Grande siempre estará en deuda, pues no podrá pagar nunca lo mucho que lucharon y sufrieron por sus ideales: Juan Manuel de Rosas, quien dejará eterna memoria en la Vuelta de Obligado ante la prepotencia extranjera, o José Artigas, también digno representante del federalismo.
   
Se debe llamar la atención que en la gesta de Ituzaingó se consagraron los más puros ideales artiguistas, derrotando al enemigo que siempre había combatido el prócer, el que lamentablemente ya estaba exiliado en Paraguay. Por tanto, aunque no presente el Héroe Oriental que fue  también caudillo argentino, los corceles y sables de las cargas de caballería criolla contaron, a no dudarlo, con su aliento y entusiasmo por liberar estos territorios del pesado yugo luso-brasileño.
   
Una calle importante de nuestra Ciudad Vieja lleva el nombre de tal hecho de armas, y sin embargo ha transcurrido el mes de febrero sin que nadie se haya acordado en este país de tal gesta de importancia trascendental para nuestra verdadera soberanía. Tal hecho, con Rincón, con Sarandí, con la heroica conquista de las Misiones, no pueden pasarse por alto como si no representaran a nadie. Señores: ¿Qué nos está pasando a los orientales? ¿Ningún recuerdo para los hechos importantes de la Patria? ¿Se han marchitado definitivamente los laureles de antiguas glorias? ¿Hay, hoy, en estos momentos, en esta tierra oriental, maestros y profesores que enseñen a sus alumnos el valor de estos hechos y su significación y consecuencias?
   
Es en el fecundo año 1825 que nuestro Brigadier General Juan Antonio Lavalleja proclama en la histórica villa de Soriano un verdadero alegato por la libertad que comienza con estas palabras: “VIVA LA PATRIA - ARGENTINOS ORIENTALES!!! Llegó por fin el momento de redimir nuestra AMADA PATRIA de la ignominiosa esclavitud en que ha gemido por tanto años, y elevarla con nuestro esfuerzo al puesto eminente que le reserva el destino de los pueblos LIBRES del Nuevo Mundo. El grito heroico de LIBERTAD retumba ya por nuestrtos dilatados campos con el estrépito belicoso de la guerra…”
   
Convengamos en algo, ya que hoy se habla tanto de la importancia del saber técnico: también la formación de la personalidad se templa en el conocimiento de los hechos históricos que nos da el conocimiento de dónde venimos y hacia dónde vamos. La persona es una  e indivisible: el conocimiento del pasado, de sus glorias y luchas es tambien parte de la educación integral.
   
Convengamos en esto, o resignémonos a ser, definitivamente, un rebaño dócil que no sabe de donde viene, quién es y hacia dónde se dirige. Triste destino que no supera ni superará ninguna bonanza económica, por alta que sea esta. Recordemos que el escritor inglés George Orwell, el mismo de “1984”, donde señala la “robotización” inhumana del hombre víctima de un estado totalitario bolchevique, finaliza su “Rebelión en la Granja” con estas ominosas y tristes palabras, que pueden ser de aplicación a quienes han perdido su identidad y sólo constituyen un conjunto de seres consumistas, que no conocen quiénes son y de dónde vienen: “Los animales, asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro”. Pensemos y actuemos entonces, en consecuencia.Tal vez aún estamos a tiempo.
   

Jorge P. Andregnette Capurro
   

1 comentario:

Anónimo dijo...

El Imperio del Brasil le tenía mucho miedo al Restaurador de la Leyes, el Orden y la Tradición católica Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, por tal motivo le pagó 300.000 patacones al gran traidor y vendepatria argentino, para que éste ataque coordinadamente a su propia patria con los traidores unitarios y la fuerzas del Brasil -con mercenarios alemanes- y Uruguay. La coordinación la realizó la Masonería invisible. Con la derrota de Caseros, la Confederación Argentina perdió DEFINITIVAMENTE su identidad.

Años después, le tocaría el turno al poderoso, monolítico y MODERNO Paraguay del Gran Prócer Americano Francisco Solano López. Venció la Masonería.