martes, 31 de agosto de 2010

Actualidad

MATRIMONIO GAY: YES, BWANA

“No, ciudadana, a partir de ahora seremos todos carboneros”
(José Ortega y Gasset)

Me siento obligado a agradecer a nuestros gobernantes por facilitarme la tarea en la redacción de estas notas. Claro, esta ventaja tiene su contrapartida en que las mismas terminan por hacerse monótonas.

En efecto, prácticamente todo cuanto hace falta es, cada tanto, cambiar parte del título, a medida que se van acatando las órdenes impartidas por sus amos.

Al respecto baste recordar lo dicho en “Adiós a las Armas. Yes, bwana” (“Cabildo”, N° 67, agosto de 2007). Entonces, en oportunidad de obedecer la de desarmar a la población civil —ya llevada a cabo la obra por los gobiernos de turno de destruir el aparato económico y las bases logísticas indirectas de la defensa nacional a través de las privatizaciones de la energía, transportes, comunicaciones, etc., y de las directas, es decir, las Fuerzas Armadas, así como la dejerarquización de las misiones de otras Instituciones, como la Gendarmería Nacional y la Policía Federal, como ya lo advirtiera el Cnl. Seineldín cuando aún se encontraba en actividad— para completar los pasos para llevarnos a la indefensión, se recordó que ésta, así como las de “liberalizar las leyes de aborto, legalizar la homosexualidad y uso de drogas”, instrucción en escuelas públicas sobre control de  natalidad y planificación familiar, etc., en resumen, destruir todo elemento cultural capaz de generar resistencias contra el plan de los que buscan el dominio material del mundo, tienen su origen en los “Tanques de Pensadores” del Institute for the Future, el que si bien no parte formal de la red Tavistock de Estados Unidos, ya que está financiada por la Fundación Ford (es decir, CIA), así como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y el CELS de Horacio Verbitsky, funciona en la órbita del Instituto Tavistock de Londres, instituto de psiquiatría cuyo trabajo fundamental consiste en la elaboración de métodos para la manipulación de la conducta humana, individual y colectiva.

También se puede leer en ese número: “Evidentemente, si nuestros gobernantes no aprender a decir algo más que «Yes, bwana» al saqueo de los dirigentes del Nuevo Orden Mundial, el «future» que éstos nos tienen reservado es bastante negro”.

El plan se cumple inexorablemente y sin concesiones. De hecho, ya se han cumplido dos de estas órdenes. En cuanto a la legalización del aborto (parte del viejo plan malthusiano de despoblación y del Memorando 200 de Henry Kissinger: “los Estados Unidos tienen especial interés  en el control o reducción de la población de 13 países”), y la tenencia de drogas (recordar que desde 1840, en que tuvo lugar la guerra del opio contra China, éstas se ha constituido en la niña mimada del poder mundial), se cumplirán sin importar si ésta implica el encubrimiento de los traficantes, en mayor o menor escala. La cuestión no es si se han de aprobar o no, sino de cual de ellas se ha de aprobar antes, independientemente de la oposición que se les enfrente, porque ésta es la misión asignada a los políticos colaboracionistas.

Naturalmente, el plan se cumple con una estrategia sin tiempo, aflojando cuando se encuentra con una resistencia firme —como, por ejemplo, cuando  en tiempos del precursor Alfonsín se logró impedir la aplicación de programas de educación sexual, los que fueron considerados en algunas instancias, por ejemplo en la Honorable Cámara de Diputados de Mendoza (10 de julio de 1987), como “invasión por parte del Estado de la esfera del pudor en el área de la intimidad familiar e individual”, agregándose que ésta era “Tarea que, habrá que decirlo hasta que penetre, la entendemos como de competencia irrenunciable de la familia y de los padres, quienes tienen el derecho de elegir y orientar la educación de sus hijos”— y presionando cuando advierten una pérdida o disminución de la sensibilidad espiritual. Por lo tanto, y como es absolutamente lógico, el blanco principal de los globalizadores no puede ser otro que la Iglesia Católica, que se interpone con sus objetivos.

Conviene recordar el papel que cumplen en esta cacareada democracia la Inteligencia y sus métodos de desinformación, distracción (en el sentido de cambiar el foco de la atención), bombardeo de  consignas y continuas decepciones para llegar a la meta propuesta por Samuel Huntington, profesor de la Universidad de Harvard (1957), especialista en asuntos de seguridad y gobierno, coordinador de planeamiento de Seguridad en el Consejo de Seguridad Nacional de EEUU, miembro del Consejo de Asesores de la Agencia Federal de Administración de Emergencia, e ideólogo de la Comisión Trilateral del clan Rockefeller durante la presidencia de Jimmy Carter, en su Informe de 1975: “El funcionamiento efectivo de un sistema político democrático requiere, por lo general, medidas de apatía y no compromiso por parte de algunos individuos o grupos”. Así, el primer objetivo del enemigo extranjero y sus amanuenses nativos consiste en el impulso de la cultura de la decadencia , con el consiguiente aflojamiento de la fibra de resistencia ante la dominación. O bien con el desprecio de la misma, como se puso de manifiesto ante las demostraciones de mayoritaria oposición popular al matrimonio gay.

De esa manera se llegará a hacer realidad lo manifestado por James Warburg, de la casa Warburg —recordamos la que con los grupos Schiff y Khune & Loeb financiaron, en 1913, la creación de la Reserva Federal Norteamericana, y en 1917 la Revolución Bolchevique— quien manifestó, en relación con la instalación de un gobierno mundial, el cual, naturalmente sólo podrá realizarse por etapas, en una declaración ante la Comisión del Senado Norteamericano para Asuntos Exteriores en 1956: “El gran interrogante de nuestro tiempo no es si One World (unimundo) puede ser alcanzado o no, sino si One World puede ser alcanzado con medios pacíficos o no. El interrogante es sólo si mediante acuerdo pacífico o con violencia”.

Aquí es bueno insistir —nobleza obliga— en lo que dice el artículo 29 de la Constitución Nacional: “El Congreso Nacional no puede conceder al Ejecutivo Nacional… etc., facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarle sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y penas de los infames traidores a la Patria”.

Bueno, en la medida en que se vayan cumpliendo los pasos del plan, las notas serán más breves, hasta que se cumplan todas las etapas, y ya sometidos al poder absoluto —ese que corrompe absolutamente— y desde las cenizas de la Patria, olvidada toda pretensión de soberanía y sin cabida para el pensamiento nacionalista, se limitará sólo al título, que podría ser, no ya el insoportable “Te lo dije”, sino más bien “Te lo dijeron”.

“Hay momentos en que callarse es mentir”, dijo D. Miguel de Unamuno. En esto no puedo menos que estar de acuerdo.

Se podría agregar que ahora callarse es traicionar. No me gustaría agregar aquel feo pecado a mi lista, y menos me gustaría merecer el título de traidor.

Pero mucho menos aún formar en las filas de los que van a ser vomitados de Su boca.
Luis Antonio Leyro
                    

lunes, 30 de agosto de 2010

Del Profeta de la Argentina

POLÍTICA SANA
  
Pobre patria. No se ve remedio próximo a sus grandes males ocultos o manifiestos. Nuestra única estrella es la opinión pública consciente más y más; y, la constancia y lucidez de muchos jefes patriotas. Por desgracia, aislados y divididos entre sí.
 
El remedio no puede ser solamente político, tiene que empezar por ser religioso. Esto no implica que deben cesar de hacer la (posible) política, los que de eso tienen vocación (…)
 
En las Misas comunes de la Virgen hay un “tracto” que llama la atención: “Sancta Dei Genitrix, cunctas hæreses sola interemisti in universo mundo”: Santa Madre de Dios, tú sola has matado las herejías en el mundo universo.
 
María Santísima no fue teóloga ni doctora de la Iglesia. Si se dijera por ejemplo de San Agustín, daría en la tecla. Aunque siempre sería exagerado; pues, San Agustín no mató todas las herejías ni en vida, ni después con sus libros. Al contrario, algunas herejías se apoyaron en sus libros, como la luterana, la calvinista y la jansenista. ¿Por qué traduce la Iglesia esa extraña afirmación: “Mataste todas las herejías”, que no parece verdad?
 
Dos razones se nos ofrecen:
 
Una, que todas las herejías han sido adversas a María Santísima, desde Nestorio, que siguiendo a Arrio, negó en el siglo V que ella fuese Madre de Dios, hasta el actual progresismo o modernismo, que sugiere lo mismo, llamándola capciosamente “Madre de Jesús”, como lo hace el nuevo o novelero o nuevaolero Catecismo Francés, siguiendo, según creemos, a otroquetal Catecismo Holandés.
 
Por no decir “Madre de Dios”, suprimen el Ave María.
 
Entre estos dos, todas las herejías, que son innúmeras, o han intentado rebajar a María o han callado acerca de ella. Y tenemos ante los ojos la cuarta Gran Herejía, el Protestantismo, que suprimió airadamente el culto de la Graciaplena, tratándolo de idolatría. Mas, al mismo tiempo, los españoles, aquí en América, plantaban más imágenes de María que todas las que quemaron en Alemania e Inglaterra los herejes.
 
Hay una sola herejía (que yo sepa) que tomó el nombre de María: los “mariavitas” polacos, que al principio de este siglo contaron en Polonia un millón de adeptos. Mas, era mejor que no lo hiciesen, pues tomaron el nombre de la Virgen sin Mancha para profanarlo con idioteces, blasfemias e indecencias. San Pío X los condenó en 1910, los llamados viejocatólicos suizos los excomulgaron en 1924 y actualmente los bolches los han hecho desaparecer. Fue fraguada en 1906 por un sacerdote apóstata y una monja más loca que una cabra; la cual pretendía la Virgen se había encarnado en ella —que no tenía nada de virgen.
 
La segunda razón y causa de la primera es que la Santísima Virgen por su sola presencia rebate todas las herejías; como si dijéramos que solamente una imagen de la Virgen hace temblar o rechinar a los herejes, como hace temblar a los demonios en los exorcismos; pues parecería en ellos, que la invocación a María les hace más efecto que la misma invocación a Cristo o a la Santísima Trinidad…
 
Lo que pasa es que todos los dogmas cristianos como que convergen y van a centrarse en María Santísima; pues, en efecto:
 
a) La Inmaculada Concepción supone el Pecado Original, la base de toda dogmática católica;
 
b) La Encarnación de Cristo en y por María expresa la Redención, el otro dogma central correlativo al del Pecado: “Qui propter nos homines et propter nostram salutem descendit de cælis; et incarnatus est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine” —dice el Credo de Nicea, que Su Santidad Paulo VI recitó y glosó días pasados.
 
Me hicieron saber que un sacerdote porteño dijo desde el púlpito que no habría que llamar “Redentor” a Jesucristo. Si eso es verdad, a ese cuitado tendría que salir a defenderlo Sánchez Viamonte.
 
c) Finalmente, la fiesta de la Asunción de María a los cielos simboliza la resurrección de la carne; y de añadidura, la infalibilidad del Papa.
 
La resurrección y asunción de María a los cielos es hoy día un dogma de fe definido. Él supone la inerrancia del Papa; porque no hay una palabra acerca de él en la Escritura: el hecho ha sido observado por la tradición, y refirmado por la autoridad del Pontífice.
 
Si nuestro país medio descristianizado y presa de politiqueros y herejes y pillastres, ha de ser salvado, lo será por la permanente devoción a María Santísima, y la intervención benévola de la Patrona de Buenos Aires y del país todo, venerada en Luján, y en diez santuarios del interior.
 
Cualquier acción política sana entre nosotros deberá colocar a su cabeza a la Madre de Dios, vencedora de todas las herejías y exorcista de los demonios todos.
 
R.P. Leonardo Castellani, S.J.
(Tomado de “Jauja” nº 23, noviembre de 1968)
                

domingo, 29 de agosto de 2010

Sermones y homilías


DÉCIMO CUARTO DOMINGO
DESPUÉS DEL PENTECOSTÉS


Para combatir en nosotros la solicitud terrena y sus desastrosos efectos, en esta parábola Nuestro Señor nos propone como ejemplo los pájaros del cielo y los lirios de los campos: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?

El hombre justifica la solicitud terrena con esta objeción evidente: “¡Es necesario el dinero para vivir!”

Desgraciadamente, esta solicitud implica con ella el deseo de las riquezas y toda una comitiva de males innumerables.

La avidez se esconde hasta en los repliegues más secretos del alma humana.

Por eso, el Divino Maestro nos amonesta: Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.


Jesucristo no nos pide ser imprevisores, nos pide superar en nosotros la solicitud terrena: No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?, pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. A cada día le basta su propia pena.

El Padre celestial alimenta a los pequeños pajarillos y viste a los lirios de los campos; y si el Padre toma tal cuidado de los animales y de las flores, ¡con qué solicitud proporcionará la comida y la prenda de vestir a sus propios hijos!, esos que cada día lo llaman con el dulce nombre de Padre…


La conclusión de esta doctrina es que no es necesario preocuparnos por la pena del día siguiente, es decir, del tiempo por venir.

El “día siguiente”, en el estilo de la Escritura, es simplemente el tiempo futuro. Pero como el tiempo futuro comienza a partir de mañana, Nuestro Señor lo llama, justamente, “el día siguiente”.


Esta expresión “el día de mañana” está en perfecta armonía con la oración del Padre Nuestro, donde decimos a Dios: “Danos hoy nuestro pan de cada día”.

Lo pedimos “para hoy”; ya que hoy no tenemos necesidad del pan “de mañana”. El pan de mañana sólo nos será necesario mañana.

En esta actitud ante al Padre celestial hay para nosotros una doble ventaja:

En primer lugar, la de estar en una dependencia absoluta respecto de Dios.

En segundo lugar, la de ser perfectamente libres y no esclavos respecto de las solicitudes de la vida presente.


Pero, observemos bien, Nuestro Señor, que nos prohíbe y nos libera de la solicitud del día de mañana, no nos priva de aquélla del día presente.

Hoy mismo debemos ser solícitos para el pan de hoy.

Ese pan cotidiano debemos pedirlo a Dios; y Él nos lo dará, pero con dos condiciones: el rezo y el trabajo.

El rezo pide a Dios y espera de Él.

El trabajo pide, por decirlo así, a la tierra, y espera de ella su fruto.

El hombre es cuerpo y alma. Y en la solicitud que Dios le prescribe para hoy, hay una parte para su cuerpo y una parte también para su alma.

La parte que le corresponde al cuerpo es el trabajo; la parte que le corresponde al alma es el rezo.

No era ésta la condición del hombre antes del pecado original.


Se ve por allí que el abandono a la providencia de Dios dista mucho de ser la holgazanería.

El hombre perezoso peca contra Dios y contra sí mismo: ofende a Dios no rogando; él mismo se ofende no trabajando.

“Ayúdate, y el cielo te ayudará”. Trabaja, y Dios, bendiciendo tu trabajo, te dará el pan de cada día, con la alegría de ganarlo.


Pero la legítima solicitud que debemos tener por el presente dejaría de ser legítima y se volvería excesiva si se extendiese al día siguiente.

Dios nos da nuestros días uno a uno, y nos da también de este modo las solicitudes de la vida.

No podemos vivir a la vez dos días, no debemos tampoco sobrellevar a la vez las penas de hoy y las de mañana. Llevemos hoy las penas presentes; mañana, si las hay, llevaremos las de mañana.

“¡A cada día le basta su aflicción!”

El mal de ayer ya no es; el de mañana no es aún. Permanece, pues, la aflicción de hoy. Y es necesario saber tomarla, por decirlo así, en todo su detalle.

Dios permite el mal sucesivamente; aprendamos a llevarlo como Dios lo permite.

De este modo, tendrá cada día bastante aflicción para cada día, cada hora bastante para cada hora, cada minuto bastante para cada minuto.

Cada momento tiene lo que le basta, lo suficiente.

No añadamos el mal pasado al presente; no vayamos añadir a este mal presente el mal futuro. La carga superaría nuestras fuerzas; y Dios nos prohíbe esta clase de operaciones.

A cada día su aflicción, y así tenemos bastante. Por lo tanto no debe haber solicitud por el día de mañana.


Este precepto, tan importante para todos los cuidados de la vida, lo es más aún para los asuntos espirituales y los intereses de la salvación.

Hay almas que se atormentan diciendo: me confesé, comencé a convertirme, pero ¡cuántas aflicciones vinieron como consecuencia!, ¡cuántas tentaciones!, ¡cuántos problemas no habré de resistir!; la vida es larga, ¡sucumbiré bajo tanto trabajos!…

A estas almas Nuestro Señor les dice: Ve, hijo mío, ve hija mía, supera las dificultades de este día, no te preocupes por las de mañana; unas después de otras, las superarás todas.

También en la vida espiritual, a cada día le basta su aflicción. Y Quien nos ha ayudado hoy, no nos abandonará mañana...


Santa Teresita decía: Me gozo en que Dios me permita sufrir todavía por su amor. ¡Ah, qué dulce es abandonarse entre sus brazos, sin temores ni deseos!


Y un alma muy teresiana, el Hermano Rafael, monje trapense de la abadía de San Isidro de Dueñas, muerto en 1938 a la edad de 27 años, escribió en el mismo sentido de Teresita:

¿Qué más te da padecer o gozar? ¿No tienes a Dios? Tú, ¿quién eres? No te preocupes de ti, pobre criatura; ni sabes padecer, ni puedes gozar. Deja que Dios se apodere de ti y, entonces, no tendrás ni lo uno ni lo otro…, tendrás paz…, tu corazón estará quieto, puesto en Dios, y tu vida será una espera, una espera serena, sin impaciencias y sin temores. Esa es la vida y la única alegría del vivir (…) No te importe sufrir, no te importe gozar. ¿Qué más da? Sólo Dios basta. Él lo llena todo (…) Y el estar colgado de la mano de Dios es la gran felicidad de la tierra. Ahora me he dado cuenta de que mi enfermedad es mi tesoro en el mundo. ¡Qué grande es Dios! ¡Qué bien dispone las cosas, cómo va haciendo su obra! No hay más que dejarse llevar; créeme, es muy fácil, y cuando llegues a no tener más deseos que los deseos de Dios, entonces está todo hecho; no hay más que esperar (…) En la Trapa, al monje lo que fue ya no le importa. Solamente tiene el inmenso consuelo de saber que lo que aún le queda ha de pasar. ¿Qué hacer, pues, sino esperar? Y ¡con qué alegría y paz se espera lo que es cierto ha de venir! ¡Qué paz da al alma pensar que lo que espera ni los hombres ni los acontecimientos pueden impedir su llegada! Cada día que pasa es un día más que nos acerca al comienzo de la verdadera vida. Lo que para el mundo es el fin, para el monje es el principio. Todo llega, todo pasa…, sólo Dios permanece (…) Un día que me parecía muy grande la pequeña cruz que Jesús me enviaba… Un día que al pensar en lo que aún me queda de vida, me parecía muy larga… Un día en que sufría pareciéndome penoso y largo mi camino, leí unas palabras que decían: “Nada de lo que tiene fin es grande”.


Por esa misma razón, Santa Teresita había escrito:

Si pienso en el mañana, temo mi inconstancia, siento nacer en mi corazón la tristeza y el tedio. Pero acepto voluntariamente la prueba, el sufrimiento ¡nada más que por hoy!

Sólo sufro el instante presente…


Así, pues, ¡nada de solicitud terrena y mundana!, ni por las cosas materiales, ni por las necesidades espirituales…


Padre Nuestro que estás en los Cielos. Santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada día, dánosle hoy… Así sea.

viernes, 27 de agosto de 2010

Declaración


DECLARACIÓN DEL INSTITUTO
DE FILOSOFÍA PRÁCTICA
ACERCA DEL FIN DE LA CORDURA        
                      

“Entre todos los actos naturales, solo la generación se endereza al bien común”
Santo Tomás de Aquino, Suma contra los gentiles, L. 3, C. 123.
  
 
— I —
   
   
Con prisa y sin pausa, en muchos lugares del mundo, los gobiernos y los pueblos van perdiendo la herencia recibida, forjada por siglos de cultura y de civilización, que los ennobleció y engrandeció.

Este patrimonio heredado, que hoy con insensatez dilapidamos, se constituyó en el respeto y acatamiento a las directivas de la ley natural, que conocemos por la sindéresis, y de la ley divina positiva, que se expresa a través de las Sagradas Escrituras.Pero este fenómeno no es un mero retorno a una barbarie primitiva, sino algo mucho peor, pues tiene el amargo sabor del rechazo voluntario a los mandatos divinos, de la soberbia del hombre descentrado; tiene sabor a apostasía.

Y ahora, enmarcados en los límites de una declaración, nos referiremos sólo a algunos capítulos destacados que muestran la falta de cordura que, en forma colectiva, hoy nos domina.
  
 
— II —
   
   
En nuestros días, en una España que reniega de sus raíces, adelantada en el mal y la locura, gobernada por un rey perjuro y un presidente gramsciano, aparece una nueva moda: el balconing, fenómeno de alto riesgo que se extiende entre veraneantes, causa ya de cuatro muertos y treinta heridos (Adrián Sack, Saltar de un balcón a otro, nueva moda en España, La Nación, 21 de agosto de 2010).

En Ibiza, la titular de la sección de urgencias del Hospital Can Misses, María Angeles Leciñena, respecto a estos peculiares saltos de un balcón a otro, o desde la ventana de la habitación a la pileta, o desde la terraza del hotel, señala que “existe un cierto mimetismo, ya que alguien lo empieza y después todos lo imitan. Los que se arrojan están bajo los efectos de alucinógenos, y pueden llegar a pensar incluso que son capaces de volar”.

El hombre tiene brazos, no alas, y por eso, no vuela, como lo hacen los pájaros, con la excepción de los pingüinos, cuyas alas están atrofiadas.

El balconing viola el primer precepto de la ley natural, según Santo Tomás de Aquino, quien escribe: “Todos los seres apetecen su conservación, conforme a su propia naturaleza. Por razón de esta tendencia, pertenecen a la ley natural todos los preceptos que contribuyen a conservar la vida del hombre y a evitar sus obstáculos” (Suma Teológica, 1-2, q. 94, a. 2).

Esto no quiere decir que, en ciertas ocasiones,  el hombre no deba arriesgar o sacrificar su vida temporal al servicio de bienes más altos, como es el caso de los héroes y de los mártires; pero son excepciones y no la regla. Porque existe un abismo entre el riesgo o la muerte con sentido, y el riesgo o la muerte sin sentido.

 Las muertes del sargento Cabral y del pardo Falucho en nuestra historia, los sacrificios de San Esteban, de Santa Gianna Beretta Molla y de San Maximiliano Kolbe, fueron con sentido. Y para hacer una comparación española: los jóvenes que se enrolaron en la “División Azul” y murieron en las estepas de la Unión Soviética para liberarla del comunismo, hicieron una elección con sentido; estos saltarines de hoy, que por imitar a otros imbéciles, mueren o quedan lisiados de por vida, hacen una elección sin sentido, vacía, egoísta; son, como escribe Gustave Thibon, “esclavos de la moda, desertores de la eternidad”.
  
 
— III —
   
   
Santo Tomás de Aquino, en el artículo antes citado, habla de un segundo precepto de la ley natural que regula la conservación de la especie mediante la complementación de los sexos y la educación de los hijos: “pertenecen a la ley natural aquellas cosas… tales como la comunicación sexual, la educación de la prole”.

Nuestra civilización se construyó sobre la base del matrimonio con sus caracteres de unidad e indisolubilidad. Ese matrimonio se distingue con claridad de la poligamia, de la poliandria, del concubinato, de las uniones sodomíticas o bestiales.

Sin embargo, hoy reina la confusión de las tinieblas. La ley de divorcio afectó la indisolubilidad, y muchas disposiciones comenzaron a reconocer efectos jurídicos y previsionales a los concubinatos, convivencias o relaciones de “pareja”.

Esto tiene larga data, y ya en 1951, encontramos una solitaria disidencia de Tomás Casares en el juicio “Adorino c/Instituto Nacional de Seguridad Social”. En el mismo, defiende a la familia legítima contra tentativas oblicuas de descomponerla, contra ataques que se realizan con argumentos sentimentales vinculados con cuestiones de asistencia y seguridad social. Y lo expresa, con la fuerza y claridad que nos legó: “todos los caminos están abiertos a la asistencia social, menos el radicalmente anárquico de semejante derogación que concluiría por hacer imposible la subsistencia de la comunidad en las condiciones requeridas por la esencial dignidad de quienes la integran” (Fallos de la Corte Suprema de la Nación, t. 220, II, p. 1322).

Algo, sin embargo, ha cambiado, y hoy las tentativas contra la familia no son ya oblicuas, sino muy directas.
  
 
— IV —
   
   
El 10 de agosto, el matutino “La Nación”, publicó un lamentable artículo de Andrés Oppenheimer titulado “El auge del matrimonio gay”, que muestra la línea del diario, excepto algún editorial. Por eso, el autor con cierto orgullo, destaca que “el 21 de julio, la Argentina se convirtió en el primer país latinoamericano que legalizó los matrimonios entre personas del mismo sexo”.

Y ¿por qué el auge? Por razones económicas. “El matrimonio gay es una tendencia imparable… por motivos económicos. El turismo gay constituye alrededor del 15% del mercado turístico mundial y pocos países perderán la oportunidad de atraerlo… los gays gastan más dinero en vacaciones que los heterosexuales… la competencia por el mercado del turismo hoy ya se ha desatado, y nada la detendrá… lo que empezó como una cruzada por los derechos civiles terminará imponiéndose por razones económicas”.
 
Y todo esto se completa con un artículo de Evangelina Himitian aparecido el 22 de este mes, en el mismo matutino: “Bodas gay, el negocio redituable que nadie está dispuesto a perder”, acompañada de una gran foto de una boda de sodomitas. Y un par de acotaciones. Según Rafael Muro, de BAM Eventos “van a ser fiestas muy divertidas” y la empresaria norteamericana Naomi Newton, en una nota del diario sin firma titulada: “Atractivo para turistas”, confía “en que, en un futuro cercano, se sancionarán las leyes necesarias para que las parejas gay de todo el mundo puedan viajar y casarse en la Argentina”.

Lo de Oppenheimer es Marx puro en una boca burguesa. Es la infraestructura económica la que genera las superestructuras políticas y jurídicas. El llamado “proletarios del mundo uníos”, carece de sentido, pues estamos ante un proceso necesario que se cumplirá sin su colaboración, y es por eso, que Stammler llamaba al Partido Comunista, “Asociación cooperadora con los eclipses de la luna”.

Es un marxismo inconsciente, pero que muestra la raíz común y perversa de los economicismos. Esa raíz se encuentra en el naturalismo de los fisiócratas, que hicieron de la economía una ciencia natural como la física o la biología, como si la vida del hombre no fuera histórica, y en el economicismo de Adam Smith, que degrada a la persona humana a homo oeconomicus.

Como escribe Carlos Valverde, “Marx acepta totalmente la concepción economicista de la sociedad y de la vida. El homo marxista es también en última instancia un homo oeconomicus. Capitalismo y comunismo no son dos actitudes tan distintas ante la vida. Difieren en el modo de realizarla, pero coinciden en verla cerrada en el horizonte de lo terrestre, lo mundano, lo económico” (Los orígenes del marxismo, BAC, Madrid, 1974, p.164). 
  
 
— V —
   
   
Después de los gays, ¿por qué no los swingers?

Todavía quedaba una nota del matrimonio: era de uno con una, aunque ahora en el ámbito de nuestra ley positiva, puede ser de uno con uno o de una con una. Pero, después de haber negado la complementación de sexos, ¿tiene sentido conservar la unidad que sería un límite?

Hace un tiempo, la Asociación Argentina de Swingers, promotora del intercambio de parejas, solicitó su personería jurídica; su objetivo es “la promoción del estilo de vida swinger, una propuesta alternativa en materia sexual y cultural en la estructura matrimonial y de parejas”. Rechazada la solicitud, recurrió a la justicia. El fallo de la Cámara Civil confirmó la negativa, considerando que la actividad —el intercambio de parejas— es inmoral, contrario a las buenas costumbres y violatoria de la fidelidad que los miembros de un matrimonio se deben entre sí.

Sin embargo, para los swingers, su conducta sería lícita, porque el intercambio de parejas se realiza con el consentimiento de todos los que intervienen.

Pero en la Argentina del siglo XXI todo es posible, y hace unos años el Consejo de la Magistratura resolvió que un camarista “no incurrió en una falta disciplinaria como para ser sancionado”. El organismo había recibido días atrás un video, donde se lo observaba participando en una escena de sexo grupal en un prostíbulo de Buenos Aires (Crónica, 11 de marzo de 2004). 
  
 
— VI —
   
   
Después de los swingers ¿por qué no el casamiento con un muerto?

Y, como todo es posible, ¿por qué no el casamiento con un muerto?

Hace muy poco, el 12 de julio, el modernoso Nicolás Sarkozy ha dictado un decreto autorizando el casamiento de Martine Mallard de 53 años, con su novio Alain Duvignacq fallecido hace tres años, pocos días antes de la boda (Vuole sposare un uomo morto da 3 anni. Sarkozy firma il decreto per il via libera, Corriere della Sera, Milano, 18 de agosto de 2010).

Hace muchos años, en pleno siglo XX, Francisco Elías de Tejada al estudiar las costumbres de los bantúes, descubrió como una rareza el matrimonio con los muertos. Bastaba que las desgracias cayeran sobre una familia, para que sus integrantes consultaran a un brujo, y si éste opinaba que el problema era el malestar de un ancestro difunto, deseoso de mujer, compraban en el mercado matrimonial de la lobola una muchacha pagando los cabritos o vacas correspondientes, tras lo cual tendrá lugar la ceremonia de bodas. En el centro de la cabaña, que la casada habrá de habitar, se extenderá un paño blanco sobre el que estará sentada. El jefe de familia sacrificará una gallina al espíritu del antepasado y luego presentará la muchacha a su esposo diciendo: “Ñancuabo, aquí está mi hija que te traigo para que sea tu mujer, de acuerdo con tus deseos. Ella está contenta y todos nosotros confiamos que estés contento con  ella y que apartes las desgracias de nuestra familia”. Con lo cual termina la ceremonia y la doncella-casada-viuda “empezará el calvario de su vida mucuassane, esto es, de esposa de un difunto, que de esa guisa será permanente sujeto de derecho” (Sociología del África Negra, Rialp, Madrid, 1956, p. 208).

Esto es prueba de actos de barbarie, como los que señala Ventura de Raulica, cuando en algunas tribus africanas los descendientes se comían a los ancestros, llegados a cierta edad, en una comida ritual para enviarlos al paraíso, pensando que la mejor tumba para ellos era el estómago de sus descendientes. El cristianismo nos libera de esos errores y nos enseña otros modos de venerar a los muertos, que no consisten precisamente en casarse con ellos, y a los ancestros, que no se concretan en matarlos, para luego comerlos.    
  
 
— VII —
   
   
Pero, después de todo, destruidos los límites humanos, vamos camino a la bestialidad.

Hace más de diez años, en las Primeras Jornadas Puntanas de Derecho Natural, criticamos una novedad que proponía en Francia el gobierno socialista: el PACS, Pacto Civil de Solidaridad, que englobaba a concubinatos, adulterios, uniones sacrílegas, homosexuales, de lesbianas, etcétera… todo en ruta hacia el último logro que será el reconocimiento de la bestialidad, para el cual proponíamos un nombre: PAS, Pacto Animal de Solidaridad (Bioética y derecho, Universidad Católica de Cuyo, San Luis, 1998, p. 259.

Legisladores irresponsables ignorantes del pasado y sus experiencias, e imprevisores respecto del futuro del país, cuya población debe irse renovando a través de las nuevas generaciones de argentinos, olvidan que la esencia del orden jurídico, subordinado a la moral, no está “a merced de apreciaciones circunstanciales ni subjetivas”. El valor de las disposiciones legislativas depende del respeto de principios de valor universal. Pero hoy sucede lo que advirtió hace años Tomás Casares: “De no ser así, lejos de constituir las leyes, los muros que amparan a la Nación, podrían ser capaces de llevar hasta las entrañas de ella las peores causas de descomposición”.
Buenos Aires, agosto 25 de 2010.

Orlando GALLO, Secretario
Bernardino MONTEJANO, Presidente
                     

jueves, 26 de agosto de 2010

Actualidad

NADA NUEVO
      
Decía Marcelino Salaya en 1960: “República, democracia, parlamentarismo, laicismo en la enseñanza, persecución contra curas y frailes, supresión de símbolos religiosos, destitución de funcionarios desafectados, embrutecimiento de las masas en nombre de la cultura, atentados contra la libertad en nombre de la libertad, ansias de dominación y enriquecimiento de los predicadores de la igualdad, y la fraternidad prostituida y reducida a un plebeyismo soez”. ¿Le suena?
        
Y continuaba: “La misma resistencia a tender los brazos en cruz en actitud penitente para expiar las risas alegres con que hemos venido tomando a chirigota cómodamente las falsedades, las utopías, las bajezas y la saña de los que, sin «nada nuevo» que ofrecernos para arreglar al mundo, reproducen constantemente los engaños arcaicos que como principios renovadores han utilizado para embaucar a los papanatas de todos los tiempos y todas las latitudes”.
           
Bien, podemos leer en “La Nación” del 19 de abril de 2010, los dichos del Sr. Hans Küng, profesor emérito de teología ecuménica de la Universidad de Tubingen, quien reclama las oportunidades perdidas por S.S. Benedicto XVI en cuestiones como, por ejemplo, la de “reconciliación con los pueblos indígenas de América Latina” (tal vez por no apoyar el movimiento impulsado desde Bristol por el Mapuche International Link - MIL). También la de ayudar a los pueblos de África en su lucha contra el SIDA (seguramente por poner su confianza para la prevención del mismo en la prédica de una conducta moral y en la defensa de la familia, considerada peligrosa por los que buscan la destrucción de los Estados Soberanos, ya que ésta constituye la base de la identidad del ser humano, y cuya anulación se busca para transformarlo en masa fácilmente manejable por medio de los placeres más fáciles y bajos - más que en el empleo de un trozo de látex poroso).
        
Entre otras cosas el Sr. Küng presenta a los obispos seis propuestas aclarando que “no es mi intención desarrollar un programa de reforma”. Luego, con toda coherencia, pide, en el punto 1) “No envíen a Roma profesiones de su devoción, sino más bien, reclamos de reforma… etc.”; en el 2) “Implementar la reforma”; en el 3) “que actúen en forma colegiada”, que “el Concilio Vaticano II decretó la colegíabilidad del Papa”; en el 4) que “Sólo se debe obediencia a Dios”, y que “…ustedes saben que no puede prestarse obediencia incondicional a autoridad humana alguna”, y que “presionar a las autoridades romanas en el espíritu de la fraternidad cristiana puede ser permisible e incluso necesario cuando no se cumple con el espíritu del Evangelio y su misión”. En este punto tal vez no sería inoportuno recordar al distinguido teólogo que se lee en Juan 21, 27 “Díjole Jesús: Apacienta a mis ovejas”, a Pedro, no a un grupo, versículo que fuera invocado por el Concilio Vaticano del 18 de julio de 1870 para promover el universal primado de Pedro, entendiendo que no era la voluntad de Nuestro Señor trasformar Su Iglesia, Su Cuerpo Místico, en un comité de barrio. Más claro aún, de rioba.
           
Hilaire Belloc definía a la herejía como “la dislocación de alguna construcción completa, que se sostiene por sí misma, mediante la introducción de una negación posterior de alguna de sus partes esenciales”. Y que, “…el sistema (estructura en que el todo es sostenido por cada una de sus partes y a su vez las sostiene), queda destruido, ya quede el vacío sin llenar o se llene con una afirmación nueva”.
        
¿Cómo se definiría a un teólogo que propone la desobediencia de una orden directa de Nuestro Señor Jesucristo?
      
En el mismo número y página de “La Nación” se reproduce un artículo de Jeff Anderson. Abogado. Protestante, quien dice que “no tiene nada contra el Papa”, que “lo admira como teólogo y filósofo”, pero que “no respeto a quien no protege a los niños y no respeto a la estructura vaticana que miente los abusos…etc.” El Sr. Anderson presentó su denuncia ante el “New York Times”. Al respecto es bueno recordar que el Cardenal Joseph Ratzinger, en un discurso en Noviembre de 1985 previno sobre la responsabilidad de la Iglesia en la economía mundial, citando también a Teodoro Roosevelt, quien, en 1912, dijo que “creo que la asimilación de los países latinoamericanos será larga y difícil mientras esos países sigan siendo católicos”. A todo esto, Nelson Rockefeller, en un discurso en Roma recomendó que “los católicos de ahí debían ser sustituidos por otros cristianos”. Es bastante comprensible que el clan Rockefeller no sienta una particular simpatía por S.S, en particular teniendo en cuenta que tanto las familias Roosevelt y Rockefeller pertenecen a la secta de Skulls & Bones, fundada en 1832, la más prestigiosa de las seis de la Universidad de Yale, y de donde salen los integrantes del gobierno y de la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos.
                
Llama la atención además que el Sr. Anderson presentara su denuncia ante el “New York Times”. Precisamente, David Rockefeller, miembro sobresaliente del Council on Foreing Relations,  que propone la desintegración de los Estados Soberanos, “carcomiéndolos pedazo a pedazo”, según recomendación de Richard Gardner, Embajador en Italia de Jimmy Carter, dijo que “Estamos agradecidos al Washington Post, al New York Times, a la revista TIME y otras publicaciones importantes, cuyos directores han acudido a nuestras reuniones y respetado su promesa de discreción durante cuarenta años. Habría sido imposible para nosotros desarrollar nuestro plan para el mundo si hubiéramos sido objeto de escrutinio público durante aquellos años.  Pero, el mundo es más sofisticado y está preparado para alcanzar el gobierno mundial. La soberanía supranacional de una élite intelectual y de banqueros mundiales es con toda seguridad preferible a la autodeterminación nacional practicada en siglos pasados”. Por cierto, tampoco esto es nuevo: en 1875 la condesa rusa Helena Petrovna Blavatsky, miembro del Departamento de Ocultismo del MI6, fundó la Sociedad de Teosofía, parte de un plan que incluía a la Sociedad de Thule (mítico lugar de origen de la raza aria), creado por Guido von Liszt, que apoyaba el concepto de un solo gobierno mundial controlado por una hermandad de banqueros.
                
Por otra parte, la técnica de la difamación y del desprestigio tampoco constituye una novedad, y casi siempre en los mismos términos. Decía James V. Forrestal, Secretario de Defensa de los Estados Unidos (2 de septiembre de 1944): “Veo que cuando cualquier norteamericano sugiere que actuemos de acuerdo con las necesidades de nuestra propia seguridad, con  frecuencia se le llama un maldito fascista o imperialista, en tanto que si el Tío Pepe (por Stalin) sugiere que necesita las provincias del Báltico, la mitad de Polonia o toda la Berasabia y un acceso al Mediterráneo, todo el mundo está de acuerdo en que él es un individuo excelente, franco, sincero y generalmente delicioso”. Al respecto resulta muy interesante el hecho de que la Dra. Bella Dodd, asesora legal del Partido Comunista de los Estados Unidos en la década de 1930/40 comentara a W. Cleon Skousen, agente del FBI, y autor de “The Naked Capitalist” (El Capitalista Desnudo): “Creo que la conspiración comunista es sólo una rama de una conspiración mucho mayor. Cuando se trataban asuntos vitales que requerían una respuesta urgente y no se podían recibir instrucciones de Moscú, debían comunicarse con una de tres personas en el Waldorf Towers, no rusos ni comunistas, sino capitalistas de grandes fortunas”. En base a su experiencia, enseñanzas recibidas del Prof. Carol Quigley, particularmente en “Tragedia y Esperanza” y datos aportados por la Dra. Skousen escribió: “Era casi inevitable que los super-ricos aspiraran algún día a controlar no sólo su propia riqueza, sino la del mundo entero. A fin de lograr ese control no tuvieron inconveniente en nutrir las ambiciones de los conspiradores políticos con hambre de poder que se habían comprometido a derrocar a todos los gobiernos existentes para reemplazarlos por una dictadura a escala mundial con lineamientos socialistas”.
         
La Dra. Dodd también dijo que “el comunismo era un fraude perpetrado por los banqueros para controlar al hombre común”. Convertida al Catolicismo, reveló que “en 1930 pusimos cien mil hombres en los seminarios para destruir a la Iglesia desde adentro. Destruir la Fe por medio de una pseudo-religión parecida a la verdadera”. También, “convencer a los líderes de la Iglesia a abrirse al mundo y ser más flexibles con otras religiones y filosofías”. Mons. Fulton Sheen, Arzobispo de Nueva York en esos tiempos, comentó que, “con el disfraz de exiliados de los países comunistas, actuando al servicio del Kominform estos falsos sacerdotes han aprendido a decir misa y son capaces de sostener discusiones teológicas a nivel elevado” (“Para que Él reine”,  Jean Ousset).
             
En fin, ninguna novedad. “Si el mundo os odia, sabed que me han odiado a Mí antes que a vosotros”, Juan 15, 18. De tal manera que los empeñados en el dominio material del mundo ven en la Religión Católica su mayor enemigo, y procurarán su destrucción como paso fundamental para la destrucción de los Estados Soberanos.
         
Por tal motivo —nada nuevo tampoco— si queremos continuar siendo uno de ellos, y que éste no sea uno de nuestros últimos aniversarios, debemos tratar de aferrarnos a nuestras tradiciones, recordando nuestra fundación, nuestro origen hispano-católico.
                     
Y tal vez no olvidar los versos del Tcnl D Antonio Da Rocha: “Gaucho de la Historia / Gaucho de la Gesta / perdura, no mueras / porque si lo haces tus hijos / vagarán sin rumbo / perdida la huella en la noche oscura / en la tierra tuya / que será extranjera”.
            
Luis Antonio Leyro
            

miércoles, 25 de agosto de 2010

In memoriam

DESPEDIDA DEL CORONEL JUAN FRANCISCO GUEVARA
                             
Tuvo el Coronel en vida, durante tres ocasiones, la generosa deferencia de pedirme que despidiera sus restos. Y aunque supe recusar el convite arguyendo —amén de mi escaso mérito— que ninguna prisa teníamos en cumplir el mandato, él insistía con su habitual señorío y su impaciencia de eternidad.
              
Es que para los hombres singulares, para los hidalgos de la estirpe del Coronel Guevara, la muerte es un acto de servicio,tan previsto como un cambio de guardia en la batalla, tan natural como un ocaso pueblerino.
            
Para estos hombres esenciales que no fingen apariencias, que han alcanzado la mirada sobrenatural de todo cuanto acontece, llega la muerte como una hermana silente e irremisible.
             
Y ante ella son capaces de plantarse con humilde altivez para decirle, como en las “Coplas” de Jorge Manrique        
“…Y consiento en mi morir
con voluntad placentera
clara y pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera
es locura”.
Al fin le llegó la muerte al Coronel Guevara, entre dos festividades hechas para su estatura: la fiesta de San Pío X, y la celebración de María Reina.  La fiesta del Papa San Pío X, que combatió la herejía modernista, haciendo suyo el más viril de los lemas paulinos: Omnia instaurare in Christo.  ¿Cómo podía faltar el cobijo del Pontífice de la Pascendi, en la despedida terrena de quien consagró su vida a este imperativo irrenunciable de la Ciudad Católica?
            
Y la celebración de María Reina. Porque ubi Rex, Regina, según dijera Pío XII cuando proclamó formalmente la reyecía de la Madre del Señor, en 1954. Volvemos a preguntarnos: ¿Cómo podía faltar el trono de María, en el adiós de quien fuera, con voluntad acrisolada, su vasallo leal y corajudo? Vestida de sol y coronada de estrellas, María Reina quiso hacerse patente.
                        
Así la veneró el Coronel en sus diarias letanías: Reina de los Patriarcas, de los Profetas, de los Mártires, de los Confesores, de los Angeles,de la Paz.  Reina de la Argentina y de Hispanoamérica.  Desde el Santuario de Guadalupe hasta ese recodo soberano de Malvinas, donde manos guerreras dejaron un rosario enterrado, para rezarlo invicto el día del regreso inaplazable.
            
Nuestro amigo sabía que la Virgen anda alistando cruzados para el Combate Postrimero, y acudió a su llamado.  Se le aplican, pues, los versos de Agustín de Foxá:      
“Para la muerte, hermano,
te vestirás de fiesta,
haciendo honor al limpio
linaje de tu casta”.
Así pude verlo ayer, por última vez, cuando caía a pleno el sol sobre su casa de Bellavista […] En el austero lecho parecía leerse el Evangelio de San Lucas: “Señor, aquí hay dos espadas”.
               
El doble gladio revestía mansamente su cadáver, que ya no era un difunto sino una heráldica de la patria antigua.
                   
Cruz y Fierro, la tradición cristiana, diría el Padre Castellani.
                  
Por eso ante sus restos escuché a sus hijos y sus parientes cantar el Christus Vincit, pero también dar vivas sostenidas a la patria.  Y por eso, queridos amigos, tras la semblanza religiosa que es lo primero en el orden de las jerarquías, no ha de cerrarse esta tumba sin que yo agregue algo a mi testimonio público.
                  
Y ese algo que no debo callar es la fisonomía político-militar del Coronel Guevara.
              
Tito —para llamarlo al fin como todos universalmente lo llamábamos— fue un arquetipo de soldado.  De aquellos forjados a la antigua usanza, criados en la emulación de las gestas de nuestros grandes caudillos.
          
Soldado con estilo y porte, con palabra firme y conducta veraz.  Soldado de ese último pelotón spengleriano, que no vacila en custodiar el Bien Común, aún a riesgo de caer en la demanda.  Soldado de prosapia hispanocatólica, y por eso mismo eminentemente volcada al amor de nuestras genuinas raíces.
               
Arquetipo de soldado. Tan lejos de los que abundan hoy, sirvientes de forajidos, cómplices de terroristas,custodios viles de quienes ayer mataron a sus camaradas, y ahora tienen prisioneros, para vergüenza de la nación toda, a quienes supieron combatir al enemigo marxista.
                 
Era natural entonces que en las horas tenebrosas de la historia —cuando la ruindad de los demagogos, de la que no termina el país de librarse— ultrajaba a la Fe, profanaba los templos y vejaba con su incurable ignominia a la Nación Real, el Coronel Guevara eligiera estar en el costado limpio de la batalla.  No era el costado liberal, masónico y democratista que después se impondría para continuar nuestro  sometimiento y espanto.
            
Era el flanco del Cristo Vence, del Dios es Justo, de la restauración cristiana de esta tierra.  Eran las filas del General Eduardo Lonardi.
                
Precisamente a la muerte de Lonardi, Augusto Falciola, desde las páginas de Presencia, le escribía estas estrofas que hoy se le aplican a quien amigo tan leal supo serle en la contienda:
“…Como vuelve el recuerdo
de septiembre,
Buenos Aires lujosa
de glicinas…
Las horas mancilladas,
los oscuros designios
y el indecible oprobio
de esos días…
Por los flecos
del aire conmovido
Mi desconsuelo
anda buscando
tu espada
transparente…
El aire lento.
Lento y minucioso.
Y tú, mi General,
y las glicinas”.
He aquí la imagen del Coronel Guevara: una espada transparente.
             
Capaz de partir el aire para rescatar la flor intacta de una patria cautiva.  Una espada con el filo templado en la pasión nacional.
                
Deben sentirse orgullosos quienes fueron y son sus familiares. Debemos sentirnos comprometidos quienes hemos tenido el honor de estar entre sus amigos.
               
Descanse Coronel. Entre rezos y arpegios, que Nuestra Generala custodia su reposo.
               
Descanse para siempre, después de tantas luchas, después de tantos sueños, y de tantas vigilias transidas de esperanza.
         
Descanse Coronel.  La Argentina y su sombra, como Usted la llamara, conserva todavía destellos de la luz fundacional, de la diafanidad primera que no sabe rendirse.
             
Descanse Coronel, con la certeza aquella de la limpia marcha:    
Y si la muerte quiebra
tu vida al frío de una madrugada
perdurará tu nombre
entre los héroes de la Patria amada.
Y cuando el paso firme
de la Argentina altiva del mañana
traiga el eco sereno
de la paz con tu sangre conquistada
cantarás con nosotros, camarada,
de guardia allá en la gloria peregrina:
“¡por esta tierra de Dios tuviera
mil veces una muerte argentina!”
Coronel, Usted ha tenido una muerte argentina.
              
El ejemplo de sus actos no se entierra este domingo, en este tiempo de separarse del que habla el Eclesiastés.
                 
Quede para nosotros la vida hecha milicia, patriotismo de la tierra y patriotismo del Cielo.
               
Para nosotros, la fatiga diaria en el puesto más duro.
            
Para Usted, la guardia enhiesta en la gloria peregrina.
                  
Coronel Juan Francisco Guevara: ¡Presente!
    
Antonio Caponnetto
(Fragmento de las palabras pronunciadas ante la tumba
del Coronel Juan Francisco Guevara,
el domingo 23 de agosto de 2009)
            

martes, 24 de agosto de 2010

Culturales

CONTRA LAS CUERDAS:
VÍCTIMAS DEL COLONIALISMO CULTURAL
               
“No vayan a regiones paganas”
(San Mateo, 10, 5)
              
Desde hace ya varios años observamos que no existen casi liquidaciones sino “sales”, ni negocios abiertos, sino “open 24 hs.”, que no se pueden leer carteles de propagandas de zapatillas sin ayuda de un buen diccionario de inglés, y lo más grotesco y tragicómico es que no faltan “parrillas-salad bar”, y casas de empanadas tucumanas con “delivery”.
               
No debe sorprendernos: en la India, los ingleses promovieron la creación de un idioma, el Urdu, a fin de desligar a la población musulmana de su propio idioma de raíz persa y de su tradición islámica, y más tarde del hindú como idioma nacional de los hindúes, sembrando las semillas de lo que llegaría a ser una enconada división.  Evidentemente, el imperio es especialista en divisiones y en destrucción de identidades; el profesor Julio González (cfr. su “Los tratados de paz por la Guerra de Malvinas”) describe con precisión el mecanismo: “Cambiando el idioma se cambian los conceptos, cambiando los conceptos se cambian las conductas”.
               
Dentro de las variadas formas insidiosas que emplea el Nuevo Orden Mundial para ir modificando nuestras tradiciones y, así, nuestra identidad nacional, se encuentra la introducción de Halloween, que actualmente se festeja todos los años en muchas escuelas, aún en aquellas con nombres católicos.  Es interesante destacar que algunas maestras —frente a la preocupación de padres que preguntan por qué se obliga a sus hijos a participar de una fiesta pagana— responden como no puede ser de otra forma en la época de la entronización del relativismo, que “no es tan así”, que “se trata de una tradición celta”, etc., etc.
              
Se puede leer en “La Huella Celta en España e Irlanda”, de Ramón Sainero: “El mundo celta, profundamente religioso, se ha sentido siempre impresionado por el más allá, y lo sobrenatural ocupa un lugar muy importante en sus tradiciones.  A través de los años realidad y fantasía son la mayoria de las veces difícilmente separables.  La naturaleza se nos presentará muchas veces como una fuerza sobrenatural y todopoderosa […] El irlandés, supersticioso por naturaleza, siente gran temor por las fuerzas naturales que en un momento se pueden tornar enigmáticas y arrolladoras, y pese a su fe cristiana no han dejado de causar en ellos una profunda impresión los hechos acontecidos en el pasado y desdibujados por el tiempo”.  Y más adelante agrega que, a partir del siglo V “se cristianiza la isla”, y “durante siglos ambas religiones convivían paralelas y poco a poco la idea cristiana llega al corazón de todos los irlandeses”.
                 
Pero lo más importante en relación con lo que estamos decribiendo, queda dicho en el siguiente párrafo: “El paso rápido de una sociedad gaélica de habla celta a una sociedad anglo-irlandesa de habla y costumbres inglesas (acelerado por el factor importantísimo de estos años de la inmigración a Gran Bretaña y Estados Unidos) exige como necesario hablar inglés, pues favorece la eliminación de  una serie de barreras impuestas entre católicos y protestantes”. Ver cómo se produce una identificación de los protestantes con el mundo celta y cómo el mundo celta tiende a acercarse al mundo inglés, resulta un significativo ejemplo. Conviene no olvidar la “Cumbre de Religión y Conservación” organizada por Felipe de Edimburgo (del 29 de abril al 3 de mayo de 1995) en el Castillo de Windsor, y otra serie de conferencias pseudoecuménicas con una agenda trazada en una vuelta a la naturaleza.
              
Podemos ver también cómo se infiltran tradiciones y costumbres que nada tienen que ver con las nuestras para asegurar la consolidación a futuro de lo obtenido hasta ahora por el Nuevo Orden Mundial siguiendo los principios de la Gran Estrategia. También es éste un claro ejemplo de los paganismos “ascendentes” y “descendentes” de los que hablaba Hillaire Belloc.  Y podemos ver asimismo distintas actitudes entre los responsables del cuidado de la Fe, según quieran realmente cuidarla o cultivar el sincretismo. Dice el precitado Ramón Sainero en otra parte de su obra: “Todavía en casos de la influencia pagana del sol en el país vasco, en Azoleta (Valcarlos), el sacerdote del lugar desautorizó una oración que decía lo siguiente: Santo Sol, danos la luz de vida y de muerte”.  Desautorizó, así, sin relativismos.  Tal vez si aquí siguiéramos esos ejemplos se podría evitar que terminemos brincando alrededor de una fogata para que llueva.
             
La primera noticia que tuve de la existencia de Halloween fue hace más de cincuenta años, en una buena película titulada Picnic, y más adelante en contadas ocasiones como por supuesto, siempre en el cine, hasta que el inefable y funesto Carlos Saúl lo instaló entre nosotros, mientras nos aseguraba que por él nos veían ahora de otra manera en el primer mundo.  Y así fue nomás.  La revista “Newsweek” le dedicó una nota central al terminar la Guerra del Golfo, en la que decía textualmente: “Es el presidente latinoamericano más obsecuente, regala cosas que nadie le pide.  Envió dos buques al Golfo sin que nadie le dijera nada y lo único que obtuvo fue que trece oficiales argentinos pudieran desfilar por las calles de Nueva York […] vale más que aprenda que no sólo regalando manzanas a la maestra se sacan buenas notas”.
            
Bueno es recordar. También el mismo aludido presentó en 1982, conjuntamente con su letrado patrocinante, Dr. Hugo Aníbal Grisenberg, su denuncia, Expediente Nº 41.545 ante el Juzgado Nacional de Primera Instancia y Correccional Nº 3 de la Capital Federal, la que se agregó a la de Alejandro Olmos sobre la deuda externa, causa 14.467: “Se perpetraban en la Nación hechos delictivos consistentes en verdaderos despojos en perjuicio del Banco Central de la República Argentina e Y.P.F., llevándose el déficit de esta última empresa a una deuda cercana total a la deuda externa existente en marzo de 1976 […] Parece increíble lo ocurrido, pero Y.P.F. fue impulsada a endeudarse en dólares y sólo recibió pesos, porque las divisas fueron entregadas al Banco Central y luego cuando requirió seguros de cambio para reducir el efecto de las valuaciones del peso, el propio Banco Central le negó tal alternativa.  Quién sabe dónde fueron a parar esos dólares”.
                   
Por cierto que se pidió el máximo de las penas, bla, bla, bla, etc…  “El resto, para mí, es silencio”, diría Hamlet. Claro, silencio hasta que Y.P.F. fue regalada con el resto del patrimonio nacional. Si Ud. me pregunta si esto configura una traición a la patria, yo le pediría una vez más que consulte el artículo 29 de la divinizada Constitución Nacional.
            
Pero, en fin, éste es uno de los tentáculos del Nuevo Orden Mundial para la destrucción de la soberanía nacional y de la economía nacional; destrucción de cuya responsabilidad —como lo dijimos mientras sucedía— no se salva el Proceso, ya que fue dirigida por Martínez de Hoz.
             
Preocupante como pueda llegar a ser lo es más el asedio a la cultura nacional, y lo peor es la destrucción de la inocencia de los niños y las ilusiones de la niñez. Cualquier argentino que se halle rondando por los sesenta a setenta años, y tal vez menos, recordará que las grandes travesuras escolares consistían en hablar en clases, mascar chicle, copiarse en una prueba escrita o, eventualmente hacerse la rata para ir al Rosedal.
         
Claro, el terror solía ser paralizante cuando nos enviaban a la dirección o se enteraban nuestros padres. Felizmente, con la llegada del progreso y en particular con el advenimiento del Proyecto Democracia, esa mentalidad “estrecha, sectaria, recalcitrante y autoritaria” va desapareciendo, y maestros, directores o padres deben cuidarse mucho de no resultar asesinados por los alumnos, o de no resultar testigos molestos de que los muchachos se maten entre sí.
     
Además, han evolucionado las travesuras, consistiendo más bien ahora las mismas, en violaciones, drogas, portación de armas y alguno que otro homicido cometido por algún compañerito. Todo, claro, convenientemente filmado por celulares de última generación.
         
Decía el General San Martín: “Cuando la Patria está en peligro cualquier cosa es lícita, menos dejarla perecer”. Obviamente, él nunca pudo imaginar en su época tamaña vileza.
         
Tal vez hoy agregaría que cuando la virtud de nuestros niños está en peligro, con su secuela de mujeres y hombres mutilados espiritual y económicamente, futuros esclavos del Nuevo Orden Mundial, cualquier cosa, cualquiera, es lícita, menos dejarla perecer.
         
Luis Antonio Leyro
                           

domingo, 22 de agosto de 2010

Homilía del Inmaculado Corazón

FIESTA DEL CORAZÓN INMACULADO
DE MARÍA SANTÍSIMA

Solemnizamos hoy con gran gozo y confianza la Fiesta del Corazón Inmaculado de María Santísima.

No hay duda de que el objeto de esta devoción del Corazón Purísimo de la Santísima Virgen, puede considerarse de dos maneras: su objeto material y su objeto formal, de suerte que en esta hermosísima devoción debemos distinguir y reconocer bien, para luego unirlos y no separarlos nunca, los dos elementos que la forman.

De otro modo, no llegaremos jamás a penetrar en lo que es y vale esta devoción al Corazón Inmaculado de la Virgen Santísima.

Pues bien, de estos dos elementos, el primero es el material, que es el mismo Corazón físico, real, palpitante, de la Santísima Virgen. Un Corazón de carne, humano, en todo semejante al de los demás hombres, pero Inmaculado desde su misma Concepción.

Y el otro elemento, el formal, es invisible e inmaterial, y consiste en el Amor, en la Caridad de la Virgen Madre, encerrada y simbolizada en ese Purísimo Corazón.

Si llegásemos a separar estos dos elementos, destruiríamos esta devoción, o tendríamos una devoción parcial e incompleta del Corazón de María.

Por tanto, siempre que hablemos, pensemos, meditemos o tengamos alguna devoción a este Purísimo Corazón, entendamos que lo hacemos para honrar el amor de la Virgen Purísima, pero encerrado en su Corazón como en un vaso precioso.

Su Amor es la joya, su Corazón es el cofre que la encierra.

Consideremos primero el objeto material. Y pensemos: a tal joya, tal cofre; a tal perla, tal nácar.

¿Cuál y cómo es el Corazón de la Santísima Virgen? Sabemos que la hermosura física de María es sólo superada por la de su Divino Hijo. Sabemos que Dios la hizo la más hermosa de todas sus criaturas pues iba a ser la Madre de “el más hermoso de todos los hijos de los hombres”.

¿No debió serlo aún más en su Corazón?

Imaginemos esa belleza y hermosura condensada en aquel Corazón Inmaculado. Si todo el Purísimo Cuerpo de la Virgen es digno de devoción, mucho más aún debe serlo su Corazón.

Los cuerpos de los Santos, sus reliquias; especialmente en algunos, como en Santa Teresa de Jesús, su corazón, ¡qué apreciados son de las almas devotas!

¿Qué comparación puede haber entre esas santas reliquias, entre la veneración que merece el corazón de los Santos y el de la Santísima Virgen? Tanto más, cuanto que todo acto de culto que se tributa a este Corazón de María, es un acto que redunda en toda la Persona de la Virgen; son todas sus virtudes, toda su pureza y santidad, las que se veneran y honran.

Así pasamos ya al objeto formal. Esas virtudes, esa santidad, ese amor sobre todo contenido en ese Corazón nobilísimo.

Tengamos en cuenta el Corazón de la Virgen Madre, y no olvidemos que es la Madre de Dios. ¿Qué Corazón habrá puesto en Ella? Si Él se lo dio, ¿cómo será? Y ¿cómo ama este Corazón? Si tiene que amar a Dios y a los hombres con un amor sólo inferior al de Dios, ¿cómo será el Corazón que encierra este amor?

Esta devoción, bien practicada nos debe hacer penetrar en su Corazón, estudiar sus movimientos, conocer sus latidos, descubrir su amor.

Sólo cuando entremos de lleno en Él, podremos comenzar a conocer a nuestra Madre. Para conocer y entender a María hay que encontrar su Corazón.

Cuanto más estudiemos su caridad, más conoceremos a María. ¡Qué dulce es este pensamiento!… ¡Qué suave y dulcísima es esta devoción!

El mismo Dios conoce también así a la Virgen María, así la aprecia y estima, por el amor de su Corazón; porque es Él el autor del uno y del otro.

Pidamos al Señor un poco de esta luz con la que Él penetra en el interior de ese Corazón Inmaculado. Y con esa luz divina tratemos de mirar el Corazón de nuestra Madre.

Penetremos más en particular en los motivos que deben movernos a tener esta devoción al Purísimo Corazón de la Santísima Virgen.

Y sea el primero lo excelente que es en sí misma esta devoción. En cuanto a su objeto material, ¡el Corazón mismo de la Virgen!, salta a la vista cuán digno es de Ella.

Es el instrumento del que se valió el Espíritu Santo para la obra de la Encarnación. De aquel Purísimo e Inmaculado Corazón brotó la Sangre preciosísima de la que se formó el Cuerpo sacrosanto y hasta el mismo Corazón Sacratísimo de Jesucristo. De allí tomó el Señor aquella Sangre que había de ofrecer en la Cruz por la salvación de la humanidad.

En cuanto a su objeto formal, era aquel Corazón el centro y el foco de la vida de la Santísima Virgen; todos sus latidos y pulsaciones, todos sus más mínimos movimientos participaron de los méritos incalculables que en cada instante de su vida mereció María.

Recorramos los pasos principales de esta vida y contemplemos a la vez el Corazón de la Virgen, acusando todas sus impresiones. ¡Cómo se estremecería en la Anunciación!… ¡Qué emoción en la Noche Buena, cuando contempló el rostro de Jesús por primera vez!… ¡Qué encogimientos y ahogos cuando el anciano Simeón le clavó aquella espada de dolor y en los sobresaltos de la huida a Egipto!… ¡Cómo hubieron de acrecentarse estos latidos en la pérdida del Niño… y, sobre todo, en la Pasión y muerte de su Hijo!…

¿No es más que suficiente todo esto para hacer amable y excelente esta devoción?

Y, sin embargo, sube de punto este razonamiento, si contemplamos el Corazón de la Virgen como el órgano sensible de su amor, como al instrumento que recibía todas las impresiones de su cuerpo y de su alma para convertirlas en amor, para encenderse y abrasarse más y más en el fuego del amor.

A esto debemos sumar que esta devoción es voluntad misma del Cielo.

El 13 de junio de 1917, durante la segunda aparición en Fátima, Nuestra Señora dijo a Lucía: “Tú quedas aquí por más tiempo. Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado”.

El 13 de julio de 1917, luego de la visión del Infierno, Nuestra Señora les dijo: “Visteis el infierno, adonde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado”.

El 10 de diciembre de 1925, en Pontevedra, tuvo lugar una aparición de la Santísima Virgen con el Niño Jesús, que le dijo a Sor Lucía: “Ten piedad del Corazón de tu Santa Madre circundado de espinas, que los hombres ingratos le clavan a cada momento”.

En mayo de 1943, en Tuy, Nuestro Señor dijo a Sor Lucía: “Deseo ardientemente que se propague en el mundo el culto y la devoción al Corazón Inmaculado de María, porque este Corazón es el imán que atrae todas las almas a Mí, y el fuego que irradia sobre la tierra el rayo de mi Luz y de mi Amor, es la fuente inagotable que hace brotar sobre la Tierra el agua viva de mi misericordia”.

Entrando en la consideración más particular de este Corazón Inmaculado, descubrimos que es un Corazón de Madre.

Y con eso está dicho todo lo que acerca del amor natural de María puede decirse. ¿Qué cosa más grande, más sublime que el corazón de una madre? ¿Dónde encontrar, en la tierra, un amor que merezca mejor este nombre? ¿Dónde habrá un amor que más se parezca al amor de Dios?

Podemos decir que todo lo que es amor en la tierra está resumido en el corazón de una madre; y que el corazón de madre es la obra maestra salida de las manos del Creador.

El mismo Dios, cuando quiere hablar de su amor a los hombres, se compara a una madre y nos dice “Pues qué, ¿puede quizás una madre olvidar a su hijo?”

¡Cuántas maravillas ha encerrado Dios en el corazón de una madre! Por lo tanto, ¿qué habrá hecho con el Corazón de María? ¿Quién más madre que la Virgen María?

Siendo Madre de Dios y Madre de todos los hombres, ¿qué será entonces ese Corazón? ¿Qué amor habrá en Él?

Corazón de Madre de Dios María, ¡Madre de Dios! ¡Qué cosa más grande y más incomprensible! Tanto de parte de Dios, que haya querido tener a una mujer por Madre suya verdadera, como por parte de María, para llegar a ser ciertamente la Madre de Dios.

Este pensamiento encierra infinitas maravillas. Según él, María fue el principio de la vida terrena de Dios, pues eso es ser madre, dar vida a otro ser. Luego María tuvo que dar la vida humana al Hijo de Dios, que, por lo mismo, comenzó a ser verdadero hijo suyo.

San Agustín pensaba en esto y se extasiaba con esta idea; y trataba de comprender cómo podía ser esta dulcísima realidad de que “la carne de Cristo fuera la carne de María”, como él decía. Y, efectivamente su Carne, su Sangre, su Vida, su Corazón fueron en verdad, la Carne y la Sangre, la Vida y el Corazón de Dios.

¡Un solo Corazón para la Madre e Hijo!…, como solía decir San Juan Eudes…

¡Un solo Corazón dando la misma vida a Dios y a la Virgen!…

¿No es esto el colmo de las maravillas y de las grandezas, de María? El Hijo de Dios era exclusivamente Hijo suyo, sin intervención de ninguna otra paternidad más que la de Dios; por eso es más madre que ninguna otra madre.

De suerte que debemos comprender bien que si Cristo fue Hombre verdadero, si tuvo un Cuerpo pasible capaz de padecer y sufrir como el nuestro, si tuvo un Corazón humano semejante a nuestro corazón, capaz de enternecerse y sentir como propias nuestras penas y miserias, fue por María.

Y aún podemos añadir que todo esto fue por el Corazón Inmaculado de María, pues, como el mismo San Agustín dice, “María es Madre de Jesús, Madre de Dios, mucho más según el espíritu que según la carne”. María, por tanto, concibió a Jesús en su Corazón.

Corazón de Madre de los hombres. Con este mismo amor, verdaderamente divino, nos ama a nosotros la Virgen Santísima.

No puede ser de otra manera. ¡Somos sus hijos! ¡Ella es, en realidad, nuestra Madre!

¡Qué Madre tenemos! ¡Qué amor el de su Corazón maternal para con nosotros! Esta Madre tanto ama a sus hijos que no duda en sufrir y en sacrificarse por ellos.

Debemos tener un corazón filial para con esa Madre que Dios nos ha dado. Sería un contrasentido y el mayor absurdo el que exigiéramos a la Virgen que nos amara con Corazón de Madre, y nosotros no la amásemos con amor de hijos.

Pero nuestra obligación aumenta, si consideramos el principal atributo del Corazón Inmaculado de María: la Misericordia.

La misericordia, lo hemos considerado el Décimo Domingo después de Pentecostés, es el atributo más dulce de Dios, el que más arrastra nuestro corazón y le infunde aliento y confianza.

Dios es un Padre amantísimo, dulcísimo, con entrañas llenas de compasión y misericordia. Una de las mayores pruebas de que esto es así la tenemos en el Corazón Misericordiosísimo de la Santísima Virgen María.

Este Corazón es un efecto de la bondad y del amor de Dios a los hombres…

La misericordia… Tenemos tanta necesidad de ella. Difícilmente encontraremos nada que mejor entendamos y más apreciemos que esta cualidad de la misericordia…

Un corazón compasivo que siente como propias las necesidades y miserias ajenas, un corazón misericordioso que llora con los que lloran y sufre con los que sufren, ¿a quién no encanta y seduce?

Y, si además de sentir así las desgracias ajenas como si fueran propias, se esfuerza y trabaja por remediarlas, ¡mucho más aún!

Pues así, y en un grado de intensidad verdaderamente divina, es el Corazón de la Santísima Virgen. Su Corazón está adornado de todos los caracteres de la más perfecta y sublime misericordia. Su Corazón es el más compasivo de todos los corazones; y cualquier desgracia o tribulación que ve a su alrededor halla eco en él.

Lo hemos contemplado el domingo pasado.

¡En cuántos casos habrá intervenido la Santísima Virgen en favor nuestro!, consiguiéndonos de Jesús algo que nos hacía falta, algo que nos venía muy bien y que nosotros ni nos ocupábamos de pedirlo, sea por ignorar el peligro, sea por tibieza o por malicia de nuestro corazón…

Y es que la misericordia de María, como su Corazón de donde brota, es de una Madre.

El corazón de una madre sentirá palpitar sus entrañas con nuevo cariño, con nuevo y más encendido amor, cuando vea más y más desgracias y miserias en su hijo.

El corazón de una madre nunca desmaya, ni se cansa, siempre espera, siempre confía poder remediar la situación de su hijo.

Y ahora penetremos en el Corazón de la Virgen, más madre que ninguna otra madre, con una bondad y misericordia que resumen todo lo que Dios derramó sobre todas las demás madres de la tierra.

¿Cómo sería y cómo es actualmente su Corazón?

Por otra parte, no es ésta una compasión estéril, como tiene que ser muchas veces la de una madre que quiere, pero no sabe o no puede remediar a su hijo.
María posee la omnipotencia del mismo Dios; y toda ella la emplea generosamente para socorrer a sus hijos.

Y lo más maravilloso es que esta misericordia maternal de la Virgen no se terminó como termina naturalmente la de la madre de la tierra con su muerte.

Ahora que está en el Cielo, su Corazón es el mismo. A pesar de la elevación de su trono tan cercano al de Dios, Ella no se olvida de sus hijos miserables.

Y si hay algún cambio en el Corazón de la Virgen, es para ser aún, desde el Cielo, más compasiva, más clemente y más misericordiosa, y para aprovecharse mejor de su Corazón de emperatriz en bien de los desgraciados de aquí abajo.

En el Cielo, su misericordia es activísima, trabajando sin cesar por las almas, inclinándola unas veces a pedir e interceder por nosotros, derramando otras con sus manos piadosas torrentes de gracias sobre nuestros corazones.

¡Cuántas veces los Ángeles del Cielo habrán sido los mensajeros de paz, de consuelo, de esperanza que la Virgen envía a los que en la tierra la invocan!

Por lo tanto, debemos arrojarnos con una confianza ilimitada en su Corazón Maternal.

Vayamos a los pies de la Virgen. Ante su bondadosísimo Corazón Inmaculado no caben temores ni desconfianzas. ¡Si precisamente para eso le dio Dios ese Corazón!

Como dice el Introito de esta Misa: Lleguémonos confiadamente al trono de la Gracia, a fin de alcanzar Misericordia y hallar el auxilio de la gracia en el tiempo oportuno.

¡Qué nada ni nadie nos arranque esta dulcísima esperanza!

¡Oh Clementísima!… ¡Oh Piadosísima!… ¡Oh Dulcísima, Virgen María!

Corazón Inmaculado de María, ¡sed la salvación del alma mía!