miércoles, 30 de junio de 2010

Vidas execrables

EL VERDADERO ROSTRO DE HORACIO VERBITSKY

Nacido en 1942, Horacio Verbitsky es un personaje bien conocido, tanto por su fluida actividad periodística escrita como por sus constantes apariciones en las pantallas de la televisión argentina. Amigo y camarada de armas de Rodolfo Walsh, compartió con él el trabajo de la Agencia de Noticias Clandestinas (ANCLA) y a su muerte habría accedido a manejar la inteligencia del movimiento subversivo “Montoneros”, dentro del cual operaba o era conocido también por los nombres de encubrimiento de “Perro”, “Alberto”, “Salazar”, etc., éste último adoptado en homenaje a un camarada montonero desaparecido, responsable con otros del asesinato del gremialista Rosendo García en 1966.

En su oportunidad (diciembre de 1991) el entonces diputado nacional Miguel Ángel Toma afirmó, según cita en su libro “Yo fui Vargas” (1) (en página 203 y siguientes) el capitán (R) Héctor Vergez, con respecto a Verbitsky: “Cuando mataron a Rucci, Verbitsky manejaba las comunicaciones de Montoneros. Él también estuvo en el copamiento del Regimiento de Infantería de Monte 29… también es responsable de la bomba (puesta en el playón de estacionamiento) del Estado Mayor General del Ejército…”

CÓMO LO VIO UN ENEMIGO

Siguiendo esa última óptica, la de un enemigo declarado, pocas líneas más debajo de la cita precedente, el capitán Vergez escribe, con la intención que puede apreciarse: “Quedan en el tintero algunas proezas del polígrafo terrorista. Y no son precisamente las de importancia menos impactante, pues se trata de dos intentos para asesinar al teniente general Perón. De ambos casos hay evidencias directas”, que luego pasa a señalar en la página 204 de su libro, y que serían: el “incidente” de Ezeiza, cuando Perón retornó definitivamente al país el 20 de junio de 1973; y el segundo, que fue abortado por la oportuna detención del terrorista Carlos A. Caride en la Avenida del Libertador y Republiquetas (12 de febrero de 1974) que dirigía la operación, que tenía por objetivo asimismo eliminar al visitante presidente uruguayo Juan María Bordaberry.

Concluye Vergez su breve semblanza sobre Verbitsky —en página 207— diciendo que al parecer que éste “…es el pionero de los ex delincuentes terroristas de la banda subversiva montoneros, recorre los estudios de TV para demostrar, ante sus cámaras, a las Fuerzas Legales que derrotaron la guerrilla. También deambula por los corredores militares de la Junta Interamericana de Defensa como agasajado especial, ahora gustoso de compartir con sus enemigos ideológicos para recomendar y propiciar medidas sobre el ámbito militar argentino”.

CÓMO LO VIO UN ALIADO

Para que no se nos tilde de escuchar sólo una campana, la afín con los militares del Proceso, vamos ahora a recurrir a otra semblanza escrita por el archienemigo declarado de aquéllos, el periodista norteamericano Martin Edwin Andersen, en su libro “Dossier Secreto”,(2) que si bien fue publicado en 1993, fue recientemente reeditado en forma actualizada, el que incluye en su nuevo Prólogo un serio cargo y una opinión muy poco favorable para Verbitsky. Este nuevo Prólogo fue escrito el 20 de agosto de 2000 en Churchton, Maryland (Estados Unidos), y donde entre otras consideraciones manifiesta (página 19 y siguientes).

“…la izquierda tampoco ha sido honesta con respecto a lo que pasó. La izquierda argentina fue simpre víctima de su propia propaganda e ilusiones. Aún hoy, ex montoneros connotados siguen escandalizando a la sociedad argentina con cuentos de la fuerza y proezas de la organización insurrecta, una historia sin asidero si se considera todo lo que hoy se conoce. Esta duplicidad va en contra de una rendición de cuentas histórica creíble y satisfactoria”.

“Esta tendencia acrítica se extiende a algunos de los más notorios exponentes de las versiones distorsionadas de la historia argentina de ese período. Los Miguel Bonasso y los Horacio Verbitsky siguen vendiendo historias guerrilleras y de las proezas de algunos compañeros perdidos —por ejemplo, Rodolfo Walsh— con agregados de «autocríticas», que siempre parecen dejar a ellos mismos bien parados. Poco o nada dicen sobre cómo los jefes montoneros —los Galimberti, los Firmenich, los Perdía— exhibían tempranamente, cuando éstos eran todavía perejiles— graves fallas personales y morales. Y así, pueden evitar que la generación «más generosa de la historia argentina», según la califica Verbitsky y en la cual se incluye el ex montonero, ¿pudo seguir tan ciegamente a líderes tan corruptos? La pregunta se extiende también al comportamiento de Walsh, cuya propia ceguera sobre lo que realmente pasó a su alrededor hace de los últimos años de su vida, y no solamente de su muerte, una tragedia”.

“FALTA DE SINCERAMIENTO HISTÓRICO”

“La obra de Verbitsky, un periodista a quien por sus extensas denuncias sobre corrupción y violación de los derechos humanos muchos jóvenes argentinos ven como modelo, es particularmente perturbadora por su falta de sinceramiento histórico y por su propio pasado. Verbitsky no ahorra críticas sobre las personas que él dice colaboraban con la represión, o que no tenían una fuerte decisión, o que no tenían una fuerte decisión para enfrentarla”.

“En su libro «Un mundo sin periodistas», Verbitsky habla de las discrepancias que tenía con la conducción montonera en 1977. Pero no dice que, apenas un año después, él, Verbitsky, colaboró —durante el proceso militar— en un proyecto literario con un alto oficial retirado de la Fuerza Aérea (el comodoro Juan José Güiraldes) que era amigo de su familia (en la década del '60 Verbitsky había colaborado con dos semanarios golpistas: «Confirmado» y «Primera Plana», editados por Jacobo Timerman). El comodoro, que firmó el libro «El Poder Aéreo de los Argentinos», publicado en 1979 por el Círculo de la Fuerza Aérea, admitió más tarde que el mismo había tratado de convencer al embajador de Israel de que los militares argentinos no perseguían a la comunidad judía como parte de su cruzada «occidental y cristiana», aunque para esa misma época el caso Timerman ya había cobrado notoriedad mundial. Sobre la autoría verdadera de la obra literaria del militar, cabe destacar lo dicho por Verbitsky en una entrevista publicada en inglés por el periodista Uki Goñi el 14 de julio de 1995, titulada «Un periodista bajo presión». Después que los militares mataron a su amigo Walsh en 1977, dice Verbitsky en aquel reportaje: «Yo sobreviví lo mejor que pude con los frutos de mi máquina de escribir. Escribí un libro de cocina, otro sobre la gimnasia yoga, un libro sobre el transporte de carga aérea, siempre como autor fantasma (ghost writer) para los que osaron contratarme en 1971, 1980 y 1981»”.

Esta obra, que ensalzaba en parte a los responsables de la Fuerza Aérea del Proceso militar, fue publicada dos años después que Walsh escribiera el tema de “Las Tres A son hoy las Tres Armas”.

“UN EFICAZ COLABORADOR”

“El comportamiento de Verbitsky —continúa diciendo Andersen en su reeditado libro— ofrece un marco de dudas… abona una tesis, una teoría, un interrogante (…) me dijo el ex dirigente montonero Juan Carlos Dante Gullo en una entrevista. Muchos no hubiéramos escrito o colaborado para escribir un libro de esas connotaciones incluso después de la apertura democrática. Al tratar de esclarecer estos puntos oscuros de la vida argentina en las décadas del '60 y '70, hay que tener mucho cuidado de no empeñar los muchos esfuerzos sinceros de brindar testimonios de aquella época triste…”

En las páginas 299/300, Andersen vuelve sobre este tema en un pequeño pero jugoso subcapítulo titulado “Horacio Verbitsky: eficaz colaborador”, reproduciendo palabras que fueron escritas por el comodoro Güiraldes al momento de reconocer los méritos del ex guerrillero como “ghost writer”: un trabajo realizado por “Perro”, “Alberto” o “Salazar”, “cuando la masacre estaba en pleno auge y Verbitsky en pleno duelo por sus compañeros caídos”.

Con estas líneas ponemos fin a esta semblanza extraída de quienes fueron sus enemigos y sus aliados en la tragedia mayor que experimentara la sociedad argentina en el siglo pasado. Si tan dispares autores coinciden en algo, no será obra de la casualidad sino más bien de la causalidad cuyo actor conflictivo es, sin lugar a dudas, Horacio Verbitsky.

Salvador Urriaga

Notas:
1. “Yo fui Vargas - El antiterrorismo por dentro”, de Héctor Vergez, Ed. del autor, Buenos Aires, 1995.
2. “Dossier Secreto - El mito de la guerra sucia en la Argentina”, de Martin Edwin Andersen, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, noviembre de 2000.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Zalazar no era montonero sino un marginal que utilizaba la izquierda peronista para sus andanzas "revolucionarias".
Los Montoneros no existian cuando fue el tiroteo de la Real que fue en 1965 (donde fue muerto Rosendo). De ese tiroteo Verbitzky podria decirnos algunas cosas, pues de los presentes en ese tiroteo todos comparecieron a declarar ante la policia de la provincia, hasta los hermanos Villaflorm luego figuras rutilantes de la guerrilla, el unico que falto a la cita con el sumariante fue un personaje que todos identificaron con su nombre de pila: el compañero "Horacio" del que jamas se supo el apellido, pero podemos imaginar cual es...

Anónimo dijo...

Siempre fue y es personal del batallón de inteligencia 601

Anónimo dijo...

¡¡Puajjjj, brrrruaj, prrrr, berp, prajjj!!

Disculpen Uds. pero pensar en este tipo me produce vomitos.