domingo, 30 de septiembre de 2007

Editorial del nº 68 de “Cabildo”


UNA SILENCIADA AGRESIÓN


Una gravísima noticia vio la luz el pasado 19 de septiembre, y rápidamente fue silenciada por los escasos medios que breve difusión le dieron. Ocurrió en Neuquén, con ocasión de una de las infinitas y depredadoras marchas organizadas por las izquierdas de toda marca y cruza. Esta vez, el motivo de la siniestra andadura era el reclamo por el desaparecido López. Al pasar por el Barrio Militar correspondiente a la IV Brigada de Montaña, una gavilla de manifestantes atacó cruel y cobardemente al Tte. Cnel. Walter Rom, que estaba solo, desarmado y sin uniforme en la puerta de su casa. Dándole palazos a él —dice la crónica de “La Nación”— y agrediendo a su automóvil y a su propiedad, siguieron la singular caminata arremetiendo a mansalva y arbitrariamante contra otras casas del mencionado barrio, sin privarse de arrojar bombas molotov contra la sede del Comando de la IV Brigada. La policía provincial se abstuvo de intervenir, una “alta fuente castrense” expresó “el malhumor militar” (sic) ante el episodio, los infantes de Carrió y otros detritos presidenciables pidieron que “dejara de humillarse a los uniformados”, y la escacharrada Garré emitió un comunicadillo de circunstancias, aclarando: “no se puede culpar a los militares en actividad por la represión ilegal de los '70”. Y a otra cosa. A seguir bailando por un sueño.

Mal haríamos en sorprendernos, pues a episodios similares o peores nos tiene acostumbrados este tiempo luctuoso de la patria vejada. Pero mal haríamos asimismo al no trazar aquí el perfil de los culpables, y el porvenir previsible de espanto y de ruina que ha de seguirse si una reacción condigna no pone freno a la tiranía.

Culpable es el gobierno:amontonamiento despótico de cuanto criminal ideológico o físico participó de la guerra revolucionaria marxista. Culpable es la partidocracia, que ha convalidado en pleno este asalto terrorista al poder, como decía Genta. Culpables son las cúpulas militares, cuyas conductas cobardes, cómplices y rastreras han convertido a las Fuerzas Armadas en paralíticos golpeados para la sádica diversión de sus enemigos. Culpable es el Generalato, complacientemente prosternado ante los homicidas de sus antiguos camaradas, y quienes mansamente se le subordinan a mandos tan insensatos. Culpables son los medios masivos, instilando a toda hora sus inocultas predilecciones por los subversivos y sus odios rencorosos a quienes los combatieron. Culpable es la Conferencia Episcopal que se coloca entre las damnificadas de la represión, abandona a su suerte a los capellanes castrenses ultrajados, y está más pronta a festejar con la Sinagoga una celebración que niega la Encarnación del Verbo, antes que erigirse en custodia espiritual de los soldados argentinos. Culpable es esa roña que se ha vuelto ingente, se exprese en piquetes, estudiantinas, manifestaciones, escraches, cortes de ruta, toma de colegios o asambleas populares, que sólo son por norma rejuntes de activistas ácratas y delictivos, convenientemente subsidiados.

Que se encuentre de una vez a López o a quienes son los responsables de sus desventuras; que se apliquen castigos condignamente si hay culpables en este oscuro episodio. Que ni un solo delito, si lo hubo, quede consentido o apañado. Pero mantener a perpetuidad el fantasma de un desaparecido al solo efecto de incrementar a mansalva el resentimiento hacia las Fuerzas Armadas y de Seguridad o, lo que es peor, a los efectos de elaborar un montaje oficial para encarcelar y difamar a presuntos sospechosos, es y será siempre de una repugnancia moral invencible, amén de una ruina política sin atenuantes. No es al supuesto aparato represivo intacto al que hay que investigar. Es al concreto, visible, poderoso, multiforme y oficial aparato marxista dominante, que dispone de la vida, de la honra y de la libertad de quienes considera sus opugnadores. Ninguna agrupación militarista estuvo tras la hipotética tragedia de Gerez. Todos los resortes estatales saltaron en cambio tras la descubierta parodia. Están buscando nazis y el Eje fue derrotado en 1945. En el país mandan Castro, Chávez, Evo Morales, los Kirchner y su lobby judaico, pero cae una hoja y la culpa la tienen los conjeturales émulos de Hitler.

En la célebre Carta a un Militar Español, José Antonio le decía a los guerreros: “no podrás, aunque quieras, ser sordo y ciego ante la apremiante angustia de España. Y por mucho que acalles las inquietudes de tu propio espíritu, no podrás eludir, en las largas vigilias del servicio, estas preguntas inaplazables: ¿qué es lo que está ocurriendo?, ¿este Estado en cuya defensa arriesgo la vida, es el servidor del verdadero destino patrio?”

La respuesta a estos interrogantes no es el golpismo, cuya última mamarrachada funesta seguimos padeciendo. La respuesta es el honor y el valor, la doctrina recta, el ánimo firme, y la espada siempre pronta para repeler las injustas y procaces agresiones de esta izquierda depravada, que hedionda e impunemente ha posado sus zarpas sobre aquello que no les pertenece: La Argentina.
Antonio Caponnetto

Nota: Este editorial pertenece al número 68 de “Cabildo”, correspondiente a los meses de septiembre/octubre de 2007, que se halla a su disposición en los kioscos.

sábado, 29 de septiembre de 2007

No sólo en España; que sea en todo el mundo


LA MADRE DE TODAS LAS BATALLAS


A principios del siglo XIX, en la Guerra de la Independencia, los españoles lucharon contra un invasor extranjero, pero no sólo contra eso. Los napoleónicos traían escritos en sus banderas los lemas de la Revolución Francesa, es decir, el ideal de fundar una sociedad nueva basada no en la Religión, sino en la voluntad y el contrato de los hombres. Los españoles que, excepto contadísimos afrancesados liberales, permanecían fieles a su Fe y a su Rey, lucharon entonces contra un enemigo superior. Y, con la ayuda de Dios, vencieron en aquel tremendo empeño.

Ya en el siglo XX, parecida lucha volvió a plantearse en nuestra Guerra de Liberación. Sin embargo, en ella ya no se trataba de un enemigo exterior, porque las ideas de la Revolución habían penetrado en nuestra patria e incluso se hallaban instaladas en la gobernación del Estado ya desde las precedentes guerras carlistas. En aquella empresa “por Dios y por la Patria” también se venció con la ayuda de Dios. Pero, pese a tanto esfuerzo, la Revolución laicista siguió avanzando y hoy, desde los años sesenta, nos aparece penetrada no sólo en la patria sino en la propia Iglesia.

Cuando digo “la Iglesia” me refiero a la Iglesia visible, temporal, no a la esencial que fundó el mismo Cristo y pervivirá hasta el final de los tiempos. Este contraste se ha dado también en otras épocas de la historia, por ejemplo en el siglo V en que la Iglesia visible aparecía en su mayoría inficionada de la herejía arriana, y fue el Espíritu Santo quien hizo prevalecer la ortodoxia de la verdadera Iglesia, no sin el esfuerzo y aún el martirio de muchos, tal como sucedió en nuestras dos guerras aludidas, la de la Independencia y la Cruzada.

A raíz del último Concilio, el Papa Pablo VI reconoció que “el humo de Satanás había entrado por alguna rendija en la Iglesia”. Apreciación muy verdadera, salvo en lo que a la rendija se refiere. Dado que su predecesor había dicho, en la preparación del Concilio, que “había que abrir las puertas y ventanas de la Iglesia para que entrase un aire fresco”. Así, Satanás, el Príncipe de este Mundo, no tuvo necesidad de una rendija, puesto que tenía abiertas las puertas del “aggionamento” y el aperturismo. Así, si bien lo observáis, siempre que en su tiempo se invocaba al Concilio de Trento era para una exigencia de mayor observancia, al paso que hoy siempre que se invoca al Vaticano II es para amparar una relajación de la disciplina o una difuminación del dogma.

Las consecuencias de esa penetración han sido muy evidentes: el clero disfrazado de seglar, una cuarta parte del mismo secularizado, ausencia de vocaciones y de conversiones, seminarios vacíos, los colegios religiosos convertidos en buena parte en centros de propagación marxista, la predicación subversiva, la Misa convertida en asamblea y protestantizada, el latín y el gregoriano abandonados, todo dogma, sacramento o rito contestados desde dentro de la Iglesia; los gobiernos católicos que existían, desmantelados por exigencia de la propia Iglesia; la guerrilla subversiva en Centroamérica y en el País Vasco dirigida en buena parte por clérigos y amparada por su episcopado; el ecumenismo conciliar poniendo en pie de igualdad a la Iglesia con las herejías y paganismos, con lo que se desarma a las misiones y se las convierte en mera beneficencia; la Fe Católica diluida, en fin, para muchos en “teología de la liberación”.

Las consecuencias de esta revolución eclesiástica han sido fulminantes, sobre todo en España: divorcio legalizado, contracepción fomentada, aborto despenalizado, eutanasia a la vista, promiscuidad sexual, sodomía pública, drogadicción, enseñanza laica, pornografía sin freno… Y aún peor que todo eso, el desarme moral de los cristianos, su indiferencia a todo, su apatía general. Compárese el ardor religioso de 1936 contra las leyes impías de la República con lo que hoy existe.

Los males se desencadenaron vertiginosamente a partir de la pérdida de la unidad católica con la ley de libertad religiosa, consecuencia de la Declaración Conciliar “Dignitatis Humanæ”. Ésta fue “la madre de todas las batallas”; lo demás es sólo su consecuencia obligada. Si se acepta la democracia moderna, en la cual toda ley nace de la voluntad humana, todo será ya posible y habrá que aceptarlo. Así, la Iglesia oficial jamás protesta hoy en nombre del honor o de la ley de Dios, sino en nombre del “humanismo”, de los derechos humanos o de la defensa de la vida.

Pero en España, antes o después, volverá a suceder como en los años treinta: una mayoría de católicos —los democristianos y cedistas— aceptaron la legalidad republicana, como medio de lucha y salvación, lo que habría de llevar por sus pasos al gobierno comunista del Dr. Negrín. Otros, en cambio, como Fal Conde y los navarros, prepararon voluntarios y armas por si, como sucedió, llegaran a ser necesarios.

El esfuerzo de tantos héroes y mártires hará que en España no se pierda definitivamente el norte de la verdad y la posibilidad de reconquista. En el norte de África la invasión árabe del siglo VII islamizó el territorio, e islamizado sigue. En España, en cambio, hubo un don Pelayo y un San Fernando, una Reconquista que, tras ocho siglos de esfuerzo, restituyó la patria a su Fe. La historia, por negro que aparezca el horizonte, volverá a repetirse por gracia del Altísimo.

Si ellos afirman la enormidad de que la democracia liberal es el único régimen deseable, nosotros afirmamos aquí la gran verdad de que la sociedad ha de fundarse sobre la religión y que la Fe Católica es la única religión verdadera.
Rafael Gambra

Nota: Este artículo fue publicado en “Siempre pa'Alante” en abril de 1991, y en “Roma Æterna” nº 121, de abril de 1992.

viernes, 28 de septiembre de 2007

El Alcázar de la gloria


Y NO PASARON... LOS ROJOS


En mi libro Caudillo figura el testimonio de un veterano capitán del Tercio que estuvo allí como legionario: un testimonio vivísimo de lo que fue aquel momento.

En el Alcázar. (Habla el capitán Trujillo.) No sé si el Generalísimo lo pensó. Seguro que echó sus cuentas antes de dar la orden a Yagüe de coger el camino de Toledo, pero entre su gente nunca hubo dudas: lo primero era salvar a los del Alcázar. Al lado del Caudillo he vivido muchos momentos de esos que sientes en el cuerpo el calambre de la historia. Bueno, pues lo más grande, lo más emocionante fue la toma de Toledo.

Ya teníamos el puesto de mando en Cáceres y, cuando cayó Talavera, entre nosotros no se hablaba de la guerra, así en general, (…) casi sólo se hablaba del Alcázar, y cuando llegaba alguna noticia, inmediatamente se la pasaban. El día que Unión Radio de Madrid comunicó la voladura y dijeron que todo había terminado, ¿sabe used cómo reaccionó?: que nadie hiciera caso, que no se lo creía, que mientras hubiera uno vivo entre las ruinas los rojos no serían capaces de tomar el Alcázar, y por la noche, cuando Unión Radio comentó que las fuerzas leales a la República esetban eliminando los últimos focos rebeldes refugiados a la desesperada entre los escombros, él dijo: “Lo sabía, lo sabía”.

En Talavera tuvimos bastantes bajas y el Caudillo estuvo varias horas con Yagüe estudiando los planos. Al salir del cuartel general dijo que íbamos a ver a Asensio y a Castejón que estaba ya más allá de Talavera, con las vanguardias. Cuando íbamos a volver para Cáceres, dije: “Mi general, yo no puedo perderme lo del Alcázar, déjeme aquí, quiero ser uno de los primeros que lleguen. Además, les hace falta gente.” Y me contestó que bueno, pero sólo hasta que se tomase el Alcázar. Todavía tuvimos que pegar muchos tiros, pero lo conseguí: llegué el dia 27 de septiembre entre los primeros. Los primeros de todos fueron moros, regulares de Tetuán y, detrás, nosotros, la 5ª Bandera, con el capitán Tiede, un alemán que había empezado de legionario cuando yo; creo que antes había sido capitán en la guerra europea y aquí empezó dando el callo de legionario. No le cuento a usted lo que fue aquello; estábamos abrazando a héroes como los que salen en los libros de historia, flacos, roncos, amarillos de humo de la trilita, llorando de emoción, y ¿sabe lo que nos decían?, sólo una cosa, ¡viva España, viva España!, y que éramos cojonudos, ya ve usted, ellos nos decían que los héroes éramos nosotros. Y ¿sabe lo que más nos agradecían?, no se lo va a creer, vaciábamos los macutos, chuscos, sardinas, chorizo, y lo que más celebraban era un pitillo, con qué ansia se lo fumaban; lo otro, la comida, salían corriendo a llevárselo a las mujeres y a los niños y a las monjitas de la enfermería, que estaban a lo suyo, con sus tocas puestas y pensando solamente en los heridos, que había un montón, y de anestesia nada, ni aspirinas tenían: hubo a quien le amputaron un brazo o una pierna sin más anestesia que el aguantoformo; sabe usted lo es eso, ¿no?; pues figúreselo.

Llegó Franco el día 29; todo el mundo lo abrazaba, le lloraban encima, y él les dijo: “¡Héroes gloriosos de España, lo que habéis hecho no lo olvidará la patria!” Abrazaba, se dejaba abrazar, dijo a Moscardó que le daba la Cruz Laureada de San Fernando y repitió varias veces: “La liberación del Alcázar ha sido la maor ambición de toda mi vida: ahora, la guerra está ganada.”

Además, lo del Alcázar fue una lección para todo el mundo; ya no éramos unos rebeldes, éramos el Ejército nacional, el de los héroes, el que luchaba por un ideal, el que merecía ganar la guerra. Y Franco, un caudillo. (A. Palomino, Caudillo, Ed. Planeta, 1992.)

El día número 73

Se ha llegado al Alcázar, pero aún no está conquistada Toledo: Barrón desde fuera y Mizián desde dentro reducen los focos de resistencia. En las calles encuentran grupos de milicianos desorientados, confusos.

Del Diario de Operaciones:

Día 28 de septiembre. Lunes.
A las seis salen del Alcázar la compañía de Regulares y la 5.ª Bandera a ocupar los objetivos designados por su mando, y conforme avanza la mañana van llegando las distintas fracciones de la columna. Sobre las diez entra el general Varela, que recorre todas las dependencias. Un sacerdote que viene con la columna dice misa en los sótanos.
La plana mayor se traslada al hotel Castilla y allí empiezan los trabajos de organización de la capital, en sus distintos aspectos, que después se extenderán a la provincia.
Bajas de este día: tres muertos, seis heridos y un contuso.

La puerta de Capuchinos se abre en las primeras horas del día. La luz de la calle penetra por primera vez en la galería subterránea.

Los milicianos que aún permanecen en algún cuartel de Toledo, o vagan por las calles sin un mando que les diga lo que han de hacer, preguntan a los legionarios si son “los de Mangada”. No se han quedado para resistir, han creído a sus oficiales y a la prensa que dio la noticia de que el mando rojo había abierto las compuertas de la presa del Alberche; según esa inútil y, por los efectos, criminal fantasía las columnas facciosas con sus camiones y su artillería corren arrolladas por las aguas y Mangada persigue a los escasos supervivientes.

Barrón toma por asalto la puerta del Cambrón y ocupa el puente de San Martín, cerrando así la unica salida libre. A partir de ese momento los fugitivos cruzan el río a nado. Pero son muchos los que se lanzan al agua sin saber nadar. Sus cadáveres irán emergiendo, poco a poco, después. En algunos cuarteles de milicias quedan combatientes que no se lo quieren creer: ¡está en la calle la Legión! En el colegio de los maristas huyen por los tejados; al llegar al borde se arrojan al vacío y mueren estrellados contra el suelo. Resisten en el seminario, que será ocupado el día 29 tras el suicidio de los únicos que no huyen; tres hombres que, después de incendiar el edificio, se encierran en un pequeño cuarto y hacen estallar una granada de mano.

Aún crepitan las armas cuando llega Varela. Es el histórico instante, el famoso gesto: Moscardó, enflaquecido, con la barba del asedio, se cuadra ante el general y pronuncia su lacónico:

“Sin novedad en el Alcázar.”

El día siguiente, 29, recibe la misma novedad el general Franco, que cuarenta y ocho horas más tarde —en medio del entusiasmo nacional e internacional por la liberación del Alcázar— es nombrado Generalísimo.

A los héroes del Alcázar, militares, civiles, hombres mujeres y niños, les fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando Colectiva.

Hoy el Alcázar de Toledo está reconstruido. En sus galerías subterráneas, testigos de tanto dolor y abnegación, queda constancia del respeto de numerosas representaciones militares y civiles de todo el mundo. En una cripta descansa el general José Moscardó Ituarte con los suyos: con los que cayeron en la defensa de la fortaleza y con los que han muerto después.

En la catedral de Toledo, en una capilla próxima a la puerta Llana, tiene su altar permanente la Virgen del Alcázar. Es la misma imagen de la Inmaculada Concepción que estaba en la capilla de la Academia y acompañó a los héroes durante el asedio. Cada vez que voy a Toledo me acerco a encenderle unas luces. Siempre encuentro alguna encendida; aún sobreviven héroes de la gesta. Y sus hijos, y sus nietos. Salve Regina…
Ángel Palomino

Nota: Tomado de su libro “Defensa del Alcázar. Una epopeya de nuestro tiempo”, capítulo "Un testigo”.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Testigo de cargo


ES LA RELIGIÓN, AMIGO


El mundo actual no tiene su eje central en la economía, como creía Clinton, pero tampoco lo tiene en la demografía. La baja catastrófica de población es un síntoma, nada más y nada menos que un gravísimo síntoma, pero síntoma al fin. Es muy fácil advertir que atrás de él está una causa, esa sí esencial. Aquí se trata de religión.

Muchas veces hemos explicado la concepción sociológica de religión con que solemos manejarnos. Concepción perfectamente lícita como instrumento de trabajo, siempre y cuando uno no pierda de vista que es sólo descriptiva y que para captar la esencia del fenómeno hay que recurrir a la filosofía y la teología. Si llamamos, entonces, religión al conjunto de creencias, ritos y preceptos que orientan el vivir de una sociedad, coincidiremos con Comte en que no hay sociedad sin religión.

De eso se trata entonces. Estamos padeciendo una etapa de la Historia de Occidente en que Dios ha sido expulsado de la vida pública y se ha erigido la Ciudad del hombre con su fe secular y profana.

El problema es que la religión resultante no tiene sino impulsos de muerte y de ellos se nutren todas las costumbres, la legislación y las artes vigentes. No se encontrará ni una sola cosa de las que propone hoy la progresía que de manera directa o indirecta no ataque a la familia y con ella a la procreación.

No se hallará jamás en la “agenda progresista” un solo afán eficaz de asegurar la vida, de proteger la familia que la engendra, de conformar los caracteres cuya existencia es condición para que todo ello exista. Como arrastrada por la pulsión de la muerte, nuestra cultura es hoy esencialmente destructiva, aunque esconda su verdadera naturaleza bajo el aspecto de una fiesta contínua de los sentidos.

¿Cómo calificar la “reivindicación” del aborto como un “derecho” de las madres, o la propaganda en pro de “matrimonios” que son caricaturas del único existente y cuya clave es la esterilidad que la naturaleza les impone?

¿Cómo explicar la inmensa correntada de pornografia e impudor, cuyo principal resultado es la conversión de lo sexual en una actividad lúdica e irresponsable?

¿Cómo entender la decadencia proyectada y propiciada desde el Estado de la familia, contra la cual se dictan leyes que facilitan cada vez más el divorcio mientras jamás se les brinda protección eficaz aunque más no fuera en sus aspectos económicos y tributarios?

¿Quién puede explicar el abandono por el sistema educativo de la formación del carácter mientras se vuelve a caer en el viejo enciclopedismo cada vez más alejado de lo que requiere la hora actual?

Todo eso y mucho más ataca, directa o indirectamente, al verdadero núcleo de toda la cuestión: la familia, el último reducto de una sociedad basada en el amor. Sí: eso es la familia. Una sociedad basada en el amor. Pero como esta palabra es por arriba demasiado metafísica para el hombre de hoy y por abajo ha cesado de significar algo preciso, prefiero bajar los decibeles de la explicación y recordar que la familia exige sacrificios.

Y esto es lo que le falta a nuestra sociedad actual. Con toda su cultura volcada al disfrute inmediato y totalmente ajena al concepto y a la realidad del sacrificio.

El detalle es que no hay familia sin sacrificio. No diré yo que sacrificio es igual a amor, pero sí ciertamente que el sacrificio es la prueba de fuego del amor. En ese sentido no es exagerado decir que la familia es una comunidad de sacrificios gozosos. En una familia que funciona, se sacrifican los padres por los hijos y —en su momento— los hijos por los padres. Y, cotidianamente, el motor de la vida de una familia es la postergación del deseo egoísta y la perspectiva del otro (y del conjunto) por el cual vale la pena sacrificar algo propio. Ese clima familiar sólo puede existir en un ambiente religioso. La decadencia de la familia es un subproducto necesario del eclipse de lo religioso.
Aníbal D’Angelo Rodríguez

miércoles, 26 de septiembre de 2007

martes, 25 de septiembre de 2007

En la semana de la Revolución que derrocó a Perón (y IV)


ADIVINANZA


Especialmente para los más jóvenes,
que no vivieron los años del terror.

En la Argentina, un hombre dijo o
escribió todo esto. ¿Saben quién fue?


“El día que se lancen a colgar, yo estaré del lado de los que cuelgan”.
(2 de agosto de 1946)

“Entregaré unos metros de piola a cada descamisado y veremos quién cuelga a quién”
(13 de agosto de 1946)

“Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores”.
(8 de septiembre de 1947)

“Vamos a salir a la calle de una sola vez para que no vuelvan nunca más ni los hijos de ellos”.
(8 de junio de 1951)

“Distribuiremos alambre de enfardar para colgar a nuestros enemigos”.
(31 de agosto de 1951)

“Para el caso de un atentado al presidente de la Nación... hay que contestar con miles de atentados”.
(Plan Político - Año 1952)

“Objetivo: Lista de dirigentes opositores; lista de instituciones reconocidas como desafectas al gobierno; lista de opositores o de casas comerciales dirigidas o ligadas a los opositores; lista de representaciones cuyos gobiernos realizan campañas opositoras al nuestro. Personal: Serán empleados grupos previamente instruidos y seleccionados de las organizaciones dependientes de la CGT y del Partido Peronista Masculino. Misión: Atentados personales; voladuras; incendios”.
(Plan Político - Año 1952)

“Se lo deja cesante y se lo exonera... por la simple causa de ser un hombre que no comparte las ideas del gobierno; eso es suficiente”.
(Tercera Conferencia de Gobernadores, pág. 177)

“Hay que buscar a esos agentes y donde se encuentren colgarlos de un árbol”.
(16 de abril de 1953)

“Compañeros: cuando haya que quemar, voy a salir yo a la cabeza de ustedes a quemar. Pero entonces, si eso fuera necesario, la historia recordaría la más grande hoguera que haya encendido la humanidad hasta nuestros días. Los que creen que nos cansaremos se equivocan. Nosotros tenemos cuerda para cien años”.
(7 de mayo de 1953)

“Aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden contra las autoridades... puede ser muerto por cualquier argentino. Esta conducta que ha de seguir todo peronista no solamente va dirigida contra los que ejecutan, sino también contra los que conspiren o inciten”.
(31 de agosto de 1955)

“Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos”.
(31 de agosto de 1955)

“Que sepan que esta lucha que iniciamos no ha de terminar hasta que no los hayamos aniquilado y aplastado”.
(31 de agosto de 1955)

“Yo pido al pueblo que sea él también un custodio del orden. Si cree que lo puede hacer, que tome las medidas más violentas contra los alteradores del orden”.
(31 de agosto de 1955)

“Pero mientras haya hombres que, como ustedes, están resueltos a esa lucha, la Nación no tiene nada que temer y el Pueblo puede enorgullecerse de contarlos en sus filas...”
(Carta enviada a los integrantes de las F.A.P. que se encontraban detenidos por su intervención en Taco Ralo, el 12 de febrero de 1970)

“¡Ah... si yo hubiese previsto lo que iba a pasar... entonces sí: hubiera fusilado al medio millón, o a un millón, si era necesario. Tal vez ahora eso se produzca”.
(9 de mayo de 1970)

“Hemos seguido como propia la «odisea» vivida por usted con motivo del ignominioso juicio, que terminó con su inicua condena. Tristes días son para la Patria, cuando los verdaderos patriotas son objeto de la persecución más despiadada pero, la condena de los canallas, transitoria en sí, no puede ser sino efímera como será el destino de la dictadura y su injusticia... Ya el Pueblo Argentino se encargará de liberarlo junto con la Patria y entonces faltarán árboles en Buenos Aires para hacer efectiva una justicia por la que se está clamando hace quince años...”
(Carta a Carlos Maguid, a raíz del juicio del que resultara objeto como consecuencia del secuestro y ejecución del general Pedro E. Aramburu, del 20 de febrero de 1971)

“A los compañeros Montoneros.
“Mis queridos compañeros:
“…Totalmente de acuerdo en cuanto afirman sobre la guerra revolucionaria. Es el concepto cabal de tal actividad beligerante. Organizarse para ello y lanzar las operaciones para «pegar cuando duele y donde duele» es la regla. Donde la fuerza represiva esté, nada; donde no esté esa fuerza, todo. Pegar y desaparecer es la regla porque lo que se busca no es una decisión sino un desgaste progresivo de la fuerza enemiga. En este caso la descomposición de las fuerzas de que pueda disponer la dictadura por todos los medios, a veces por la intimidación que es arma poderosa en nuestro caso, otras por la infiltración y el trabajo de captación, otras por la actuación directa según los casos pero, por sobre todas las cosas, han da comprender que los que realizan la guerra revolucionaria que en esa «guerra» todo es lícito si la finalidad es conveniente.
“Como Uds. dicen con gran propiedad, cuando no se dispone de la potencia y en cambio se puede echar mano a la movilidad, la guerra de guerrillas es lo que se impone en la ciudad o en el campo. Pero, en este caso es necesario comprender que se hace una lucha de desgaste como preparación para buscar la decisión tan pronto como el enemigo se haya debilitado lo suficiente. Por eso la Guerra de Guerrillas no es un fin en sí misma sino solamente un medio y hay que pensar también en preparar el dispositivo general que aún no interviniendo en la lucha de guerrillas, debe ser factor de decisión en el momento y en lugar en que tal decisión deba producirse.
“Ni es nueva la «Guerra revolucionaria» y menos aún las «Guerras de Guerrillas». Pienso que tal vez la guerra de guerrillas ha sido la primitiva forma de guerra, tan empleada en la afamada «guerra de los escitas» y de Darío Segundo. Por eso sus reglas son demasiado conocidas como sus formas. Sin embargo, es en sus operaciones donde la iniciativa y la vivacidad juegan el papel más preponderante. Por eso también en esa forma de operar, no se podrá mantener una conducción centralizada, aunque siempre ha de realizarse, para que sean efectivas con una finalidad objetivas. De ello se infiere que, los Montoneros, en su importantísima función guerrera, han de tener comandos muy responsables y en lo posible operar lo más coordinadamente posible con las finalidades de conjunto y las otras fuerzas que en el mismo o distinto campo realizan otra forma de acción, también revolucionaria”.
(Madrid, 20 de febrero de 1971)

“...Tenemos una juventud maravillosa, que todos los días está dando muestras inequívocas de su capacidad y grandeza. Disponemos de una verdad que el tiempo se ha encargado de confirmar, tenemos la oportunidad que la historia nos brinda. Sólo nos falta que nos empeñemos con unidad y solidaridad. Yo tengo una fe absoluta en nuestros muchachos que han aprendido a morir por sus ideales, y cuando una juventud ha aprendido y alcanzado esto, ya sabe todo lo que una juventud esclarecida debe saber. Tenemos demasiados muertos, encarcelados y proscriptos para que nos olvidemos de su mandato. Tenemos mucho que hacer como para que no aprovechemos el tiempo. Tenemos demasiadas oportunidades como para desaprovecharlas. Y tenemos un destino que cumplir como para que nos desentendamos, egoístas, del deber de la hora (...) cada peronista ha de ser un combatiente en la forma que cada uno sea capaz de luchar y será provechoso que cada uno de nosotros, al finalizar cada día, nos preguntemos que hemos hecho por la causa que servimos, seguros que si no sabemos respondernos, es porque no estamos cumpliendo con nuestro deber...”
(Mensaje “A los compañeros de la Juventud”, del 23 de febrero de 1971)

“¡Al enemigo, ni justicia!”
(Memorando reservado “para el doctor Subiza”. De su puño y letra, con triple subrayado. Esta misma frase la vuelve a repetir desde el exterior en junio de 1972, y se difundió por televisión a todo el país los días 21 y 22 de junio de 1972)

“En este sentido, la guerrilla es el escape natural de los pueblos oprimidos, porque generalmente las violencias populares son provocadas por las violencias gubernamentales. Las guerrillas se explican en Ia Argentina porque... una de las mayores fortunas que tiene la República Argentina en estos días es disponer de una maravillosa juventud, esclarecida, valiente y patriótica...”
(Conferencia de prensa, 26 de noviembre de 1972)

“Si yo tuviera cincuenta años menos, no sería incomprensible que anduviera ahora, colocando bombas o tomando la justicia por mi propia mano”.
(30 de diciembre de 1972)

domingo, 23 de septiembre de 2007

En la semana de la Revolución que derrocó a Perón (III)


LOS QUEMADORES DE IGLESIAS


El 16 de junio de 1955, en horas de la noche, fueron incendiadas y saqueadas las iglesias porteñas de San Ignacio, Santo Domingo, San Juan, San Miguel, La Merced, San Nicolás de Bari y Nuestra Señora de las Victorias, además de la Curia. Todo esto, a manos de los partisanos justicialistas.

Semejantes hechos ocurrieron en Bahía Blanca, Azul, Tucumán, Vicente López y otras localidades del interior.

I

Y amaneció a media noche
que eran soles las hogueras
lamían altas las llamas
paredes y tumbas viejas
y se entraban por los huecos
de las ventanas abiertas.
¡Ay que el odio retorcía
las sordas almas enfermas
y excitaba las entrañas
palpitantes de las fieras…!
Y las manos se crispaban
aferrándose a las puertas;
adentro en los candelabros
lloraban gotas de cera…
y el Cristo crucificado
tendía en manos yertas
sintiendo en la carne antigua
punzadas de llagas nuevas.
¡Todos los días me visteis
clavado en estas maderas!

II

¿Por qué me buscáis de noche
sin luz de luna y estrellas?
¿Lo que los hombres no ven
acaso Dios no lo viera?
Un Santo negro arrebuja,
bajo su manto de piedra
el cuerpo débil del niño…
En la gran nave desierta
sobre el altar profanado,
muere su carne deshecha
en este nuevo martirio
que pisa, destroza y quema
las blancas Hostias Sagradas,
sobre las áureas patenas.
Tiene la víctima incienso
en la asfixiante humareda
que sube en agrias fragancias
de mármol, oros y leñas.
Las llamas describen locas
genuflexiones burlescas,
las turbas remedan ritos
en danzas de cabras sueltas.

III

Toda la Iglesia es un cirio,
¡un cirio en la noche negra!
Que se consume alumbrando,
sin guardias y sin defensas.
¡Las llamas son perros fieles,
lamiendo la carne que queman!
Las llamas nacieron lumbre,
y el hombre las torna hoguera.
Las llamas llorando azotan
con sus voraces cadenas,
el cuerpo del Poverello…
Pero Francisco las besa…
¡Ay! Mis hermanas las llamas
que os han tornado en hoguera.

Un Franciscano

sábado, 22 de septiembre de 2007

En la semana de la Revolución que derrocó a Perón (II)

LA EXPOSICIÓN DE SILENZI DE STAGNI

La explicación amplia y definitiva del contrato firmado con la California, en un anexo a nuestro blog, dada la muy amplia extensión de la conferencia pronunciada por don Adolfo.

jueves, 20 de septiembre de 2007

En la semana de la Revolución que derrocó a Perón (I)


RAZONES DE LA CAÍDA DE PERÓN


Dentro de los sucesos que motivaron la sublevación del 16 de septiembre de 1955, se encuentra el escandaloso contrato con la California Argentina de Delaware, cuestión que frecuentemente se olvida al realizar un esbozo del final del período peronista.

En la pluma de Julio Irazusta, fallecido en 1982, en plena guerra de Malvinas, dejamos la explicación de este suceso histórico. Por la extensión de este trabajo, lo publicamos en nuestro anexo.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Recordando al amigo


VÍCTOR
EDUARDO
ORDÓÑEZ
LLEGA AL CIELO


Septiembre diecinueve,
el año dos mil cinco,
en los pagos de arriba
hay gran efervescencia,
mas entró desenvuelto, mostrando con ahínco
los apuntes tomados en una conferencia.

Preguntó cuál sería su nueva biblioteca,
adónde la cocina con el queso y el vino,
cuál la nube en quien come con exceso no peca,
y cuán cerca quedaba Santo Tomás de Aquino.

Descubrió que sin lentes la visión era clara,
vio a Julio de Versailles, a Leonardo del Rey,
farfulló alguna frase que sonó medio rara:
“si hay aquí algún obispo, yo me traigo a la grey”.

Veteranos con alas le probaron la aureola
mientras gastaba bromas a un par de serafines,
elevó una plegaria para la patria sola,
sola sin él, abajo, perdida en los confines.

“Aquí son todos mansos, ¿con quién pelearé fuerte?”,
inquiría aburrido simulando un bostezo.
“Se conspira a menudo, San Agustín le advierte,
y no rigen las dietas, pues mi amor es mi peso”.

Quiso dar un paseo sobre el césped etéreo
no sin asegurarse terrenas provisiones,
tomó por los luceros en un carruaje aéreo,
recibiendo en la ruta sentidas ovaciones.

José Antonio asomaba su diestra, brazo en alto,
Juan Manuel relucía la estrella federal,
los héroes de Malvinas, sin ningún sobresalto
entonaban alegres una marcha triunfal.

Buscó por donde pudo su máquina vetusta
—aquella inverosímil, la del roto teclado—
desordenó papeles con maña casi augusta,
se atildó pues tenía en espera un llamado.

Eterno, refulgente, sobre un sol carmesí,
era Dios que le dijo: “Política de a bordo,
¡necesito tu pluma perpetua, caro Gordo!”
Y obediente se puso a escribir Otrosí.
Antonio Caponnetto

martes, 18 de septiembre de 2007

El espíritu del Alcázar


TIRAR SIN ODIO

“Tirad, pero tirad sin odio”, decía el Ángel del Alcázar, Antonio Rivera. Sabía que, como bien lo había enseñado José Antonio, a veces no quedaba más dialéctica posible que la de los puños y las pistolas, pero al menos expurgaba de nuestra parte la aversión al equivocado. No otra cosa es el clásico y agustiniano “Odiar al pecado y amar al pecador”.

Del otro bando, la extorsión de querer cambiar la vida del hijo de Moscardó al precio de rendir la plaza, las minas subterráneas, el intento de envenenar el agua. Desde adentro del Alcázar, el único pedido de un sacerdote para celebrar Misa e impartir los sacramentos. No se equivocaron los Papas al hablar de Cruzada.

Y la Muerte segando la vida de los defensores, que a despecho del hambre, la fatiga y la sangre, continuaban tirando. ¿Por qué proseguían con esa defensa desesperada?

El 18 de septiembre faltaban aún diez largos días para la redentora llegada de Nuestra Señora de la Merced, quien alumbraba las tropas que se habían desviado de su marcha hacia Madrid. Y a diez días de una liberación que no sabían cuándo llegaría, el diario de operaciones de los asediados del Alcázar decía esto:

Viernes, 18 de Septiembre.

“En las primeras horas de la madrugada, sigue el paqueo intenso del día anterior, que va aumentando e incluso toman parte en el fuego las piezas de 7,5 cm. que baten la Sección de Tropa. El ruido del compresor se sigue oyendo, pero como no se ha oído la perforadora desde el día anterior, se supone que sea con ánimo de desorientarnos.

“A las 6:05 de la mañana rompen las piezas de 15,5 cm. desde los dos emplazamientos un violento fuego contra el frente este de la Compañía de Tropa, Patio del Alcázar y frente oeste, por el interior.

“A las 6:30, cuando llevaban disparadas treinta y seis granadas, se oye una detonación más fuerte seguida de muchísimo humo negro, que invadió todos los locales, haciendo creer a todo el mundo que ha sido un cañonazo en sus inmediaciones; se comprueba acto seguido que ha sido la explosión de dos minas, que ha derribado el Torreón suroeste y casi toda la fachada oeste, más todas las casas de los frentes oeste y sur en su mitad derecha. Inmediatamente a esto un tiroteo intensísimo en todos los frentes, en especial norte y oeste, nos anuncia el asalto, que es rechazado con gran espíritu por todas las fuerzas.

“A las 13 horas se puede considerar que el ataque ha fracasado, aunque el tiroteo sigue intenso en los frentes noroeste y sur. El enemigo, por los escombros del Torreón noroeste y procedente del Zig-Zag, coronó éste y allí se hizo fuerte, lanzando granadas de mano por el techo de las galerías y habitaciones del frente oeste. Costó gran trabajo ocupar las ruinas por encontrarse todas las escaleras obstruidas y rotas, y con escaleras de mano empalmadas y escalas marinas se pudo ocupar esa parte, la más peligrosa, cogiendo al enemigo una bandera que tenían para ponerla, en su creencia en la victoria. Al mismo tiempo atacaron también por el Corralillo y Puerta de Hierro, ataques que también fueron rechazados, a pesar de intervenir en Puerta de Hierro un tanque de artillería que forzó la verja y separó los coches que había de barricada, pero que tuvo que retroceder ante el empuje de nuestras fuerzas de la Compañía de Tropa y la instalada en el Comedor y Lavadero.

“Como a las 10:20 iba decayendo el empuje del enemigo, rompen otra vez el fuego las piezas del 15,5 cm. de los Alijares, y hasta las 13:10 horas disparan setenta y dos granadas. A esta hora callan las piezas y sigue el paqueo muy intenso, sobre todo por el frente sur.

“A las once aparecen dos aviones nuestros, que hacen vuelos de reconocimiento sobre nosotros; al poco rato aparecen tres aviones enemigos que también vuelan en reconocimiento, y cuando éstos se retiran, aparecen cuatro más enemigos, que, como los anteriores, hacen reconocimientos y observación. El paqueo sigue muy intenso, y a las 18:30 rompen el fuego otra vez las piezas de 15,5 cm. de los dos emplazamientos y, con ritmo muy lento, baten sus objetivos acostumbrados. Como los caballos y mulos corren el peligro de ser batidos en la cuadra de los Fregaderos, donde habían sido llevados por el mismo motivo, se trasladan otra vez a las cuadras de los sótanos laterales a la Piscina. El fuego de la artillería sigue con ritmo lento.

“La comida de este día ha sido distinta a las normales por haber estropeado la artillería de 15,5 cm. la carne de caballo y mulo preparadas para este fin; consistieron la primera en arroz con chorizo y bacalao, y la segunda en arroz y judías. La artillería de 15,5 cm. bate la parte oriental de Depósito de Armamento, donde se había instalado la Enfermería y parte del botiquín, por lo que inmediatamente se da la orden de trasladar los enfermos a un sitio más seguro.


“La noche sigue con paqueo menos intenso que durante el día. La artillería sigue con ritmo muy rápido, disparando unas setenta y cinco granadas sobre la fachada este, Lavaderos, Paso Curvo, Capuchinos y de vez en cuando a la fachada sur, por el interior. El total de proyectiles disparados fueron 272.

“El día transcurrió sin novedad. Bajas en este día: Trece muertos, cuarenta y ocho heridos y once contusos”.

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En cada defensor del Alcázar, así como en la población no combatiente de mujeres y niños, el ánimo se retemplaba con la satisfacción de saber que no se rendirían nunca.

¿Por qué proseguían con esa defensa desesperada?

Por España, claro. Por la España hermosa y eterna, católica y mariana, labradora y marinera que, algún día, volverá a existir, la veamos o no.

Cuánta razón tenía Don Miguel de Unamuno: “¡Dios no puede volver la cara a España! España se salvará porque tiene que salvarse”.

Y volverá a reír la primavera.
Onésimo Pardo de Andrade

lunes, 17 de septiembre de 2007

De la forma impura de gobierno


LA TIRANÍA MONTONERA


Una seguidilla de felonías, absolutamente connaturales al sistema y repetidas desde antaño con más o menos repercusión pública, ha ocasionado recientemente la desgarradura de túnicas de la ciudadanía y de algunos de sus presuntos dirigentes. Un medicucho felón de onomatopéyico gentilicio, dejó de ser un hombre de pro para venderse al oficialismo. Un canciller famoso por su vacua arrogancia y su ligazón al mundo jurifutbolista, osciló entre Enrique IV y la tortuga Manuelita, armando y desarmando su viaje a París según auscultaba los vituperios de la plebe. Y un bizarro policía, que bien hubiera hecho en no trocar su noble oficio por el de politicastro regiminoso, no pudo asumir su banca, conseguida en olor de multitud, hostilizado por un desvergonzado sicario, de los tantos con los que cuenta el enajenado Kirchner.

En consecuencia, los ayes se repiten por doquier, con el comprensible común denominador de que la voluntad popular ha sido manipulada y defraudada. Y hasta las vestales del Régimen llega el grito horrísono y unánime del gentío, preguntándose sus miembros para qué corno los hacen votar. Como ocurriera hace unos años, el estupor y la indignación se traducen en el deseo de que se vayan todos, acentuado en este caso por la conciencia creciente de que a la estafa electoral se le suma, ya no la inacción presidencial como otrora, sino el despotismo cada vez más insoportable y atroz del jefe de la banda gobernante.

Estamos pues, técnicamente hablando, frente a una crisis de legitimidad, frente a un cuestionamiento fundado, si no aún de la naturaleza, de seguro, del funcionamiento de la democracia. Comprensible será que quieran disimular la tal crisis quienes la causan y medran de ella, y la ignorante legión multimediática, dispuesta a consentir y a ejecutar cualquier ultraje a lo sacro mientras no se roce la populista deidad. Comprensible será que los turiferarios del Modelo propongan curar sus presuntas irregularidades con mayores dosis del mismo veneno en el que a diario abrevan.

La verdad que no quiere decirse ni escucharse es que la democracia es la corrupción de la República, el tumor social de incontrolable metástasis, la rebelión de lo abisal contra lo señorial, la subversión de la ficta soberanía del pueblo contra la soberanía de Dios, la forma impura de gobierno que conduce fatalmente al totalitarismo del número, a la ascensión de los crápulas, a la impunidad de los hampones, a la consolidación de los mercaderes y al triunfo de la contranaturaleza. Y sobre todo, a la autocracia del ungido por el demos, que en este caso, exhibe y resume en Kirchner, desde las formas más degradadas de la vulgaridad hasta los estertores más bestiales del rencor marxista, y las manifestaciones más lunáticas de un ridículo cesaropapismo.

La verdad aquí callada es que no es la voluntad del pueblo la que padece decepción y vejamen, sino la patria, a la que en nombre del mayoritarismo sufragante, una vez más, se la ha despojado de su entidad y de su decoro, de su estirpe y hasta de su más elemental pudicia. Todo se lo ha tragado esta tiranía montonera, consolidada sobre hechos y personajes a cual más depravado e impune.

Es curioso que los ideológos, el vulgo todo y los subsidiados cronistas y pedagogos oficiales, hayan convertido los siete años del Proceso en el eje monopólico del mal de toda la historia argentina. Una especie de horroroso axis mundi que dividiría en dos nuestro devenir, conteniendo todo él la sumatoria de calamidades. Ya saben de sobra amigos y enemigos nuestra oposición absoluta a aquel desdichado ensayo político-castrense. Ya saben asimismo del profundo desprecio que sentimos por las pasadas y presentes cúpulas militares, incapaces de guardar fidelidad a la sangre de los caídos en las batallas justas contra rojos e ingleses.

Pero es curioso, repetimos, que los hipotéticos o reales vicios que le son achacados al Proceso, hayan sido sobrepasados, decuplicados y potenciados con creces bajo la autoproclamada democracia de ininterrumpidos veintidós años, sin que nadie crea conveniente plantearse si acaso no estará el mal en la naturaleza misma del sistema. Si acaso, democracia, no es el nombre y el apellido del oprobio, del espanto, de la traición y de la ruina. Si acaso esta democracia moderna, eficiente y estable anhelada por los jerarcas procesistas, no ha sido la vía para que se instalase impune esta repugnante y montoneril opresión.

Por eso, para reconquistar lo que quede de la argentinidad doliente y restañarle las heridas que la tienen llagada, es necesario que los patriotas lúcidos y corajudos se apronten a resistir. A los tiranos no hay que temerles sino mostrarles los pies de barro, mediante los cuales sucumbirán mañana, cuando no puedan sostener su propia nadería.
Antonio Caponnetto

Nota: Este editorial fue publicado en el nº 52 de la Revista “Cabildo”, tercera época, correspondiente al mes de diciembre de 2005.

sábado, 15 de septiembre de 2007

La perversión democrática


LOS ECOS DE UNA CONTROVERSIA


Queridos amigos y lectores:

Después de haberlo hecho circular entre los interesados,coloco este escrito en nuestros sitios digitales para su mayor difusión. Es un escrito demasiado largo para ser un artículo y demasiado breve para ser un ensayo. Creo con sencillez que puede prestar algún servicio para esclarecer el punto en debate. Y el punto en debate es el de la democracia y el grado de perversión intrínseca que ella posee.

Decidí escribirlo ante la diversidad de sabrosos comentarios, de felices interrogantes y aún de adhesiones, que fui recibiendo con ocasión de un par de respuestas que hube de darle a Cosme Beccar Varela. Y sobre todo, decidí escribirlo ante la inminencia de una nueva farsa democrática, a consumarse el próximo 28 de octubre, y la consiguiente necesidad de evitar mayores confusiones. Confusiones cuyos principales portavoces son hoy nuestros propios pastores, dicho esto con pesar profundo.

Anticipo el Índice de los tópicos abordados:

  • Explicación: La controversia con Beccar Varela;
  • I) La democracia es una religiosidad subvertida;
  • II) La democracia es un conglomerado de perversiones;
  • III) La democracia y el Magisterio de la Iglesia;
  • IV) Lo principal y lo subalterno en la perversión democrática;
  • V) La elección de los gobernantes;
  • VI) La democracia en concreto.
  • Anexo: La carta del Sr. Enrique Broussain sobre la controversia con Beccar Varela.

Un abrazo.

En Cristo y en la Patria.

Antonio Caponnetto

martes, 11 de septiembre de 2007

En la semana de Sarmiento (IV)

SARMIENTO Y
LA RELIGIÓN

Los textos que se pueden
leer a continuación
son todos hijos de la
reputada pluma de Sarmiento.


“Los sacerdotes son de baja extracción. Hay exceso, por lo que habrá que matarlos y expatriarlos”.
(tomo 9 de sus Obras Completas)


(Las misiones jesuitas fueron) “misiones de maldición”.
(tomo 38 de sus Obras Completas)


“El catolicismo es cruel, rencoroso, tiránico, perseguidor, expoliador y opresor de los débiles”.
(tomo 48 de sus Obras Completas)


“Los milagros son un cuento del tío, se hacen siempre en la campaña entre gentes rudas y ante chicuelos que suelen ser tan taimados como los que acompañan a los rateros en Lourdes”.
(tomo 48 de sus Obras Completas)


“Abajo el matrimonio católico, romano, bárbaro”.
(“La Nación Argentina”, 7 de julio de 1867, haciendo referencia
a una carta aparecida en “El Mercantil” de La Plata)


“Se están introduciendo de Europa compañías de mujeres [N. de la R.: se refería a las Hermanas Educacionistas] para explotar comercialmente el ramo de la educación. Mi deber es indicaros ese peligro que amenaza esterilizar las escuelas normales. Estas congregaciones docentes son la filoxera de la educación, y el cardo negro de la pampa que es necesario extirpar. ¿Qué vienen a enseñar a nuestras niñas estas figuras desapacibles, hermanas de caras feas, aldeanas y labriegas de su tierra? ¿Qué pueden enseñarles a nuestras niñas estas ignorantes? Así se mata la civilización. Aquellas formas de mortaja no pueden servir para educar damas y señoritas. Vienen de todos los rincones de Europa, donde están barriendo y echando a la calle las basuras”.
(Conferencia pronunciada en la Escuela Normal de Mujeres de Montevideo, en el año 1883)


“Los gobiernos civiles están abandonando las escuelas y con la introducción de inmigrantes religiosas, hemos de tener en las provincias las Misiones de Paraguay, gobernadas por los «reverendos padres» y rehaciendo la barbarie antigua. Las hermanas que van llegando han dejado de embrutecer chicuelas en las aldeas de Francia, y vienen ahora a cumplir esta triste misión entre nosotros”.
(“El Nacional”, del 17 de abril de 1883)


“¿Dónde está el criadero de estos enjambres de abejas machorras que vienen a comerse la miel de la enseñanza?… Banda de mujeres, emigrantes confabuladas que se apoderan de todas nuestras mujeres. En Francia les han quitado la enseñanza porque no sabían nada, fuera de bordar escapularios. Recuas de mujeres contratadas en Europa, hermandades de extranjeros, de machos y especuladores tonsurados, y de hembras neutras… Todas estas comunidades deben ser desconocidas por el Congreso y alejadas de la educación, porque en diez años más estarán en su poder todas las escuelas del país. Hermanas y hermanos emigrantes, lavanderas y mozas de labor, enganchadas en Irlanda para venir a enseñar a nuestras hijas lo que no saben, en lugar de ser mucamas, para lo que tampoco sirven gran cosa. Las hermanas son intrusas y falsarias; mujeres colectadas en Europa a pretexto de religión para ganar plata en América”.
(“El Nacional”, año 1883)

lunes, 10 de septiembre de 2007

En la semana de Sarmiento (III)

SARMIENTO ESCRIBE DE…

Los textos que se pueden
leer a continuación
son todos hijos de la
reputada pluma de Sarmiento.


...los indios

“¿Lograremos exterminar los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso. Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”.
(“El Progreso”, 27 de septiembre de 1844)


“Quisiéramos apartar de toda cuestión social americana a los salvajes por quienes sentimos, sin poderlo remediar, una invencible repugnancia, y para nosotros, Colo Colo, Lautaro y Caupolicán, no obstante los ropajes civilizados y nobles de que los revistiera Ercilla, no son más que unos indios asquerosos, a quienes habríamos hecho colgar y colgaríamos ahora, si reaparecieran en una guerra de los araucanos contra Chile, que nada tiene que ver con esa canalla”.
(Extractado de: “Nueva Crónica de la Conquista del Tucumán”,
de Roberto Levillier, Madrid, 1926)


...los gauchos

“Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad? El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas”.
(Carta a Bartolomé Mitre, del 24 de septiembre de 1861)


“En las provincias viven animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor”.
(Informe enviado a Mitre en el año 1863)


...los paraguayos

“Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto a falta de razón. En ellos se perpetúa la barbarie primitiva y colonial. Son unos perros ignorantes de los cuales ya han muerto ciento cincuenta mil. Su avance, capitaneados por descendientes degenerados de españoles, traería la detención de todo progreso y un retroceso a la barbarie... Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que le obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana: raza perdida de cuyo contagio hay que librarse”.
(Carta a Mitre, año 1872)


...los argentinos

“(son) una dañosa amalgama de razas incapaces e inadecuada para la civilización”.

“Los argentinos somos pobres hombres llenos de pretensiones y de inepcia, miserables pueblos, ignorantes, inmorales y apenas en la infancia. Somos una raza bastarda que no ocupa, sino que embaraza la tierra”.

“Nuestro pueblo no está preparado sino para degollar, robar, haraganear, desvastar y destruir”.
(De sus Obras Completas)

domingo, 9 de septiembre de 2007

En la semana de Sarmiento (II)

SARMIENTO Y CHILE

Los textos que se pueden
leer a continuación
son todos hijos de la
reputada pluma de Sarmiento.

“He contribuido con mis escritos aconsejando con tesón al gobierno chileno a dar aquel paso. Magallanes pertenece a Chile y quizás toda la Patagonia. No se me ocurre, después de mis demostraciones, cómo se atreve el gobierno de Buenos Aires a sostener ni mentar siquiera sus derechos. Ni sombra, ni pretexto de controversia queda”.
(“El Progreso”, diario chileno dirigido por Sarmiento, 28 de noviembre de 1842).


“Que no suene más el nombre de los argentinos en la prensa chilena; que los que en nombre de aquella nacionalidad perdida ya habían levantado la voz guarden un silencio respetuoso; que se acerquen a los que por ligereza u otros motivos los habían provocado; y les pidan amigablemente un rincón en el hogar doméstico, de lo que en lo sucesivo serán, no ya huéspedes, sino miembros permanentes… Ahora, no hay más patria que Chile; para Chile debemos vivir solamente y en esta nueva afección, deben ahogarse todas las antiguas afecciones nacionales… Fundámonos en intereses e ideas con las nacionales, participemos de sus afecciones, de sus costumbres y de sus gustos. Hagámonos dignos de ser admitidos entre los individuos de la gran familia chilena y conquistemos la nacionalidad por la moralidad de nuestras costumbres, por nuestra laboriosidad y por nuestros servicios a la causa de la libertad y de la civilización que en Chile como en cualquier otra sección americana tiene amigos y partidarios”.
(“El Progreso”, diario chileno dirigido por Sarmiento, 11 de enero de 1843).


“La cuestión de Magallanes nos interesa bajo otro aspecto que no es puramente personal. En 1842, llevando adelante una idea que creíamos fecunda en bienes para convicción de que aquel territorio era útil a Chile e inútil a la República Argentina.
“Téngase presente además, que todas las cartas geográficas hechas en Europa, ponen los límites a la República aquélla, el Río Negro al Sud, demarcando separadamente la Patagonia como país distinto, y aunque este hecho no constituya derechos en favor de nadie, muestra ya la opinión de todos los pueblos con respecto a aquellos parajes, que la colonización española no ha ocupado; y no sabemos si sería obra de caridad arrebatar el terreno para poblarlo, a un gobierno como el argentino, que no es capaz de conservar poblado el que le dejó sometido y pacificado la España”.
(“La Crónica”, de Santiago de Chile, 29 de abril de 1849)


“El primer principio de equidad que ha de consultarse es éste: Un territorio limítrofe pertenecerá a aquel de los dos Estados a quien aproveche su ocupación, sin dañar ni menoscabar los intereses del otro.
“Este principio, seguido en todos los tratados de demarcación de límites de países despoblados tiene su completa aplicación en Magallanes. El Estrecho es una vía necesaria, indispensable de comunicación para Chile; es uno de sus caminos para Europa que le interesa aclarar, asegurar, poblar, para mejorar su comercio.
“Para Buenos Aires el estrecho es una posesión inútil… Quedaría por saber aún, si el título de erección del Virreinato de Buenos Aires expresa que las tierras del sud de Mendoza y poseídas aún hoy por chilenos, entraron en la demarcación del virreinato, que a no hacerlo, Chile pudiera reclamar todo el territorio que media entre Magallanes y las provincias de Cuyo… ¿Qué haría el Gobierno de Buenos Aires con el Estrecho de Magallanes…? Que pueble pues el Gobierno de Buenos Aires el Chaco, el Sud hasta el Colorado y el Negro, que dé seguridad a sus fronteras, que allane las dificultades del comercio interior; que regularice las leyes de aduana y deje el Estrecho a quien lo posee con provecho y no podrá abandonarlo sin mengua. Ningún interés nacional lo lleva a aquel punto, que a dejarlo Chile, le recuperarían los bárbaros, sin que el Gobierno de Buenos Aires tenga interés para hacer las erogaciones que demanda la ocupación de aquel país, remoto, frígido e inhospedable”.
(“La Crónica”, de Santiago de Chile, 11 de marzo de 1849)

sábado, 8 de septiembre de 2007

En la semana de Sarmiento (I)

SARMIENTO Y EL PUEBLO

Los textos que se pueden
leer a continuación
son todos hijos de la
reputada pluma de Sarmiento.


“Tengo odio a la barbarie popular… la chusma y el pueblo gaucho nos es hostil”.
(“El Nacional”, 3 de febrero de 1857).


“Fue tal el terror que sembramos en toda esa gente —la oposición— con éstos y otros medios (establecimos en varios puntos depósitos de armas y municiones, encarcelamos como unos veinte extranjeros complicados en una supuesta conspiración; algunas bandas de soldados armados recorrían de noche las calles de la ciudad acuchillando y persiguiendo a los mazorqueros) que el 29 triunfamos sin oposición [N. de la R.: en las elecciones del 29 de marzo de 1857]. Los gauchos que se resistieron a votar por los candidatos del gobierno fueron encarcelados, puestos en el cepo, enviados al ejército para que sirviesen en la frontera con los indios y muchos de ellos perdieron el rancho, sus escasos bienes y la mujer”.
(Carta a Domingo Oro, 17 de junio de 1857).


“Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos? Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer”.
(Del discurso en el Senado de la Provincia de Buenos Aires, 13 de septiembre de 1859).


“No trate de economizar sangre de gauchos. Éste es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla, incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos”.
(Carta a Bartolomé Mitre, 20 de septiembre de 1861).


“El plan definitivo: asegurar los principales puntos de la República con batallones de línea, o lo que es lo mismo, apoyar a las clases cultas con soldados contra el levantamiento del paisanaje”.
(Del Archivo Mitre).

viernes, 7 de septiembre de 2007

Omnia instaurare in Christo


“PASCENDI DOMINICI GREGIS”

(…) Para un conocimiento más profundo del modernismo, así como para mejor buscar remedios a mal tan grande, conviene ahora, Venerables Hermanos, escudriñar algún tanto las causas de donde este mal recibe su origen y alimento.

La causa próxima e inmediata es, sin duda, la perversión de la inteligencia. Se le añaden, como remotas, estas dos: la curiosidad y el orgullo. La curiosidad, si no se modera prudentemente, basta por sí sola para explicar cualesquier errores.

Con razón escribió Gregorio XVI, predecesor nuestro: “Es muy deplorable hasta qué punto vayan a parar los delirios de la razón humana cuando uno está sediento de novedades y, contra el aviso del Apóstol, se esfuerza por saber más de lo que conviene saber, imaginando, con excesiva confianza en sí mismo, que se debe buscar la verdad fuera de la Iglesia católica, en la cual se halla sin el más mínimo sedimento de error” (Encíclica “Singulari Nos”).

Pero mucho mayor fuerza tiene para obcecar el ánimo, e inducirlo al error, el orgullo, que, hallándose como en su propia casa en la doctrina del modernismo, saca de ella toda clase de pábulo y se reviste de todas las formas. Por orgullo conciben de sí tan atrevida confianza, que vienen a tenerse y proponerse a sí mismos como norma de todos los demás. Por orgullo se glorían vanísimamente, como si fueran los únicos poseedores de la ciencia, y dicen, altaneros e infatuados: “No somos como los demás hombres”; y para no ser comparados con los demás, abrazan y sueñan todo género de novedades, por muy absurdas que sean. Por orgullo desechan toda sujeción y pretenden que la autoridad se acomode con la libertad. Por orgullo, olvidándose de sí mismos, discurren solamente acerca de la reforma de los demás, sin tener reverencia alguna a los superiores ni aun a la potestad suprema. En verdad, no hay camino más corto y expedito para el modernismo que el orgullo. ¡Si algún católico, sea laico o sacerdote, olvidado del precepto de la vida cristiana, que nos manda negarnos a nosotros mismos si queremos seguir a Cristo, no destierra de su corazón el orgullo, ciertamente se hallará dispuesto como el que más a abrazar los errores de los modernistas!

Por lo cual, Venerables Hermanos, conviene tengáis como primera obligación vuestra resistir a hombres tan orgullosos, ocupándolos en los oficios más oscuros e insignificantes, para que sean tanto más humillados cuanto más alto pretendan elevarse, y para que, colocados en lugar inferior, tengan menos facultad para dañar. Además, ya vosotros mismos personalmente, ya por los rectores de los seminarios, examinad diligentemente a los alumnos del sagrado clero, y si hallarais alguno de espíritu soberbio, alejadlo con la mayor energía del sacerdocio: ¡ojalá se hubiese hecho esto siempre con la vigilancia y constancia que era menester!

Y si de las causas morales pasamos a las que proceden de la inteligencia, se nos ofrece primero y principalmente la ignorancia.

En verdad que todos los modernistas, sin excepción, quieren ser y pasar por doctores en la Iglesia, y aunque con palabras grandilocuentes subliman la escolástica, no abrazaron la primera deslumbrados por sus aparatosos artificios, sino porque su completa ignorancia de la segunda les privó del instrumento necesario para suprimir la confusión en las ideas y para refutar los sofismas. Y del consorcio de la falsa filosofía con la fe ha nacido el sistema de ellos, inficionado por tantos y tan grandes errores.
San Pío X

Nota: Fragmento de la Encíclica “Pascendi”, en el centenario de su publicación.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Comunicado


DE PERSONAS NO GRATAS EN LUJÁN


El pasado 19 de agosto, quienes participábamos en Luján del “Xº Encuentro de Formación Católica”, auspiciado por el Centro San Bernardo de Claraval, nos dirigimos procesionalmente hasta los umbrales de la Basílica, para llevar la ofrenda de nuestros cánticos y oraciones.

Como en años anteriores, la adhesión espontánea y cálida de los eventuales peregrinos, fue la cristiana respuesta. Como en años anteriores también, duele decirlo, acompañaban la religiosa caravana un par de fisgones que fungen de horteras en dos medios periodísticos locales.

Los tales medios, que dan en llamarse “El Civismo” y “Novedades”, han manifestado explícitamente su hostilidad y su animadversión hacia nuestra presencia, antes, durante y después del susodicho Encuentro. Lo que permite deducir sin mayores esfuerzos que cultivan una desembozada enemistad con el nacionalismo católico. Enemistad artera y ruin será el calificativo exacto, pues de mentiras se nutre, en fabulaciones se sostiene y con arbitrariedades por doquier se compone.

Las sucesivas notas que aquellos mencionados sujetos escribieron en sus respectivos placartes con posterioridad a la procesión, han sido y son la más palmaria prueba de la condición que en tono airado le espetamos cara a cara: mentirosos. Mentirosos de una mendacidad que sólo se deja ganar por la ignorancia más ridícula sobre las cuestiones espirituales que pretenden discurrir. E ignorancia que a su vez resulta superada por una cobardía indigna de toda humana natura. Por lo que les cuadra el retrato aquel que hiciera el romance cidiano de los desventurados felones: “que es de cobardes muy propio, socorrerse de invenciones”.

Detenernos a replicar sus infundios sería pecar contra la regla escriturística que manda no responder a los necios “para que no se estimen sabios en su propia opinión” (Prov. 26, 5 y ss). Quédenles apenas señaladas públicamente las dos carencias básicas que a la vista ostentan, la de veracidad y la de hormonas.

A grupas de la fabulación periodística —y demostrando palmariamente la existencia de un montaje previamente coordinado— el 29 de agosto, en la Sala de Situaciones de la municipalidad lujanense, una gavilla nutrida de agrupaciones marxistoides y filoterroristas, emitió un documento oficial de repudio al Encuentro de Formación Católica, a mi persona en particular y a la de Monseñor Antonio Baseotto, titulado “La otra campana de la Iglesia”.

El escrito —verdadero hato de sandeces, de trillados tópicos, de asociaciones disparatadas, amenazas manifiestas y repugnante fariseísmo religioso— está suscripto, entre otras, por la Asociación Madres de Plaza de Mayo, la Comisión por la Memoria y la Comisión de Familiares y Amigos de Desaparecidos.

De ninguna infamia se privan los redactores del brulote. Ni de las contradiciones más escandalosas, como las de autoerigirse en los adalides de los derechos humanos, de la libertad, de la indiscriminación y del pluralismo, mientras no trepidan en ordenar nuestra marginación, censura, persecución e imposición del pensamiento único. Sin que falte la bravata gangsteril de uno de ellos, Eduardo Racedo, quien refiriéndose a nosotros anticipa provocativamente que “el año que viene los vamos a esperar” (cfr. http://novedadesweb.com.ar/2007/08/30).

Con tan manifiestos resabios de una identidad homicida que acompaña la trayectoria de todas estas agrupaciones proguerrilleras, los firmantes del suelto concluyen sosteniendo que “personajes como Antonio Caponnetto y Antonio Baseotto deben ser considerados personas no gratas en nuestra ciudad”. Pedido este último cuyo cumplimiento legal garantizó formalmente el Intendente de Luján, un tal Miguel Prince, avalado por ciertos miembros de lo que insiste en llamarse Comisión de Derechos Humanos del Concejo Deliberante (cfr. http://www.elcivismo.com.ar/edicion/2007/septiembre/01).

Llegado a este punto del relato, me veo obligado a declarar:

1) Que me llena de alborozo y de orgullo estar en la mira de estos enemigos contumaces de la Argentina Católica. Si así no me sucediera me sentiría indigno de mi antigua militancia como bautizado y nacionalista. Acrecienta mi alegría el poder compartir siquiera una astilla de la pesada cruz con que carga Monseñor Baseotto, por haber osado recordar a los actuales Abortistas de Estado, que hay un castigo sobrenatural reservado a los estólidos y a los filicidas.

2) Que niego toda legitimidad e impugno enfáticamente cualquier resolución por la que se me declare persona no grata. No serán estos asalariados de la tiranía montonera, ni estos cómplices de las tropelías erpianas, los que han de juzgar mi condición ante el pueblo sencillo y devoto de Luján. Cuando los políticos corruptos desterraron a Coriolano, fue el glorioso exiliado el que les dijo al marcharse: “¡yo os destierro!”. Porque la Roma geográfica y física se quedaba en su sitio de siempre, pero la romanidad se iba con el héroe, marchaba en la concavidad de su escudo, se hospedaba en la claridad de su alma combatiente. Salvando las insalvables distancias, he de decirles a estos ciudadanos ilustres de Sodoma y Cartago, que son ellos los desterrados, tomen las decisiones leguleyas que tomaren contra mi persona. Porque la marianísima, criolla e hispanocatólica villa de Luján les es tan ajena, como puede serle la decencia a un lupanar.

3) Que hago responsable al tal Prince, conjuntamente con quienes lo secundan en esta alucinada decisión; vg. Rosa Palazzo, David Vergara, Ester Vilieri y Eduardo Racedo, amén de los funcionarios y de la plana periodística de los mencionados medios, de lo que pudiera sucederme, desde el momento en que han tomado la decisión desembozada de calumniarme, intimidarme y perseguirme.

4) Que solo o con los míos seguiré frecuentando Luján, cada vez que lo crea oportuno, pues si algo tiene que sobrevenirme como consecuencia de la agresión de estos persecutores, será lo mejor que me sobrevenga a los pies de María Reina. Seguiré procesionando y peregrinando a su bendito santuario, hollado hoy por la progresía que lo administra. Seguiré pidiendole a la Virgen Gaucha, como lo hiciera Juan Pablo II el 13 de noviembre de 1998, en la Iglesia Argentina en Roma: “Virgen de Luján, cuida al pueblo argentino, y ayúdalo siempre a elevar la mirada al cielo, donde los colores de su bandera se confunden con los colores de tu manto inmaculado”.

¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Patria!
Antonio Caponnetto
Buenos Aires, 6 de septiembre de 2007